El 16 de abril la Guardia Costera de Bangladés rescató de una embarcación a 396 refugiados rohinyás que llevaban dos meses en el mar después de huir de los crímenes de lesa humanidad en Birmania. Durante ese tiempo en el barco, que fue rechazado en varias ocasiones por Malasia debido a la pandemia del coronavirus, fallecieron 32 personas.
"Estamos consternados por la noticia de que más de 30 refugiados rohinyás de Birmania fallecieron a bordo de un barco en el golfo de Bengala, y que otros 400 fueron hallados deshidratados, malnutridos y en necesidad de asistencia médica inmediata después de casi dos meses en el mar", dice el comunicado del Acnudh.
La nota señala que "muchos de aquellos que estaban a bordo del buque eran mujeres y menores".
"Sin importar los esfuerzos que se tomen para combatir el tráfico humano, debe haber un tiempo para compasión hacia aquellos que están en necesidad desesperada de asistencia y protección", subrayó la agencia de la ONU.
"Todos los Estados deben garantizar que sus acciones frente a migrantes en peligro en el mar se basen en la legislación internacional sobre los derechos humanos y refugiados, y que hagan posible un desembarco seguro", instó.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimó en torno a 933.000 en diciembre pasado el número de rohinyás refugiados en el distrito bangladesí de Cox's Bazar, incluyendo casi 720.000 que huyeron de las persecuciones en Birmania desde el 25 de agosto de 2017.
Los rohinyás se establecieron en Arakán (antiguo nombre del estado de Rakáin) a finales del siglo XIX y a principios del XX, durante la época colonial cuando los británicos alentaron su traslado desde Bengala Occidental al norte de Birmania donde había escasez de mano de obra agrícola.
Birmania, una nación mayoritariamente budista, deniega ciudadanía y derechos civiles a esta comunidad musulmana estimada entre 1,1 y 1,5 millones de personas, alegando que son inmigrantes bengalíes.