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Solidarios en la terraza, insolidarios en la escalera

© AFP 2023 / Gabriel BouysCajera atendiendo a una clienta en un supermercado de Madrid
Cajera atendiendo a una clienta en un supermercado de Madrid - Sputnik Mundo
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En España no son infrecuentes los casos de profesionales de la salud y empleados de tiendas de alimentación que sufren presiones por parte de sus vecinos, quienes mediante carteles anónimos les invitan a abandonar sus viviendas por temor al contagio. La presión, ilegal, deriva en un estrés psicológico aún mayor.

Todo el país se asoma a diario puntualmente a las ocho de la tarde para aplaudir a los profesionales sanitarios que están atendiendo al, hasta ahora, mayor problema de salud pública del siglo XXI. Por ende, esos aplausos también se dirigen a los operarios y agentes de servicios esenciales, como los servicios de limpieza urbana, protección civil o fuerzas de seguridad, que a menudo pasan en sus vehículos haciendo sonar sus sirenas haciéndose eco de los vítores. Unos vítores que también merecen los empleados de las distintas tiendas de alimentación, al pie del cañón desde el primer día y sin posibilidad de teletrabajar.

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Sin embargo, en las últimas fechas, las redes sociales y los medios de comunicación convencionales están dando cuenta de numerosos hechos que emponzoñan esta atmósfera de reconocimiento y solidaridad. Se trata de ataques verbales e intimidatorios que en forma de ruegos se dirigen a trabajadores cuya labor es fundamental para el resto de la sociedad. Es el caso de Miriam Armero, cajera en un supermercado en Cartagena, que recientemente se encontró un mensaje anónimo debajo de su puerta en el que se le pide que se "busque otra vivienda mientras dura esto ya que hemos visto que trabajas en un supermercado".

Y también es el caso de Clara Serrano, enfermera en un hospital de Madrid, expulsada de casa por su propio casero tras enterarse de que había dado positivo por COVID-19 (ahora vive en un hotel para sanitarios). O el de Elena, celadora en un centro de salud en Alcorcón y cuya puerta además rociaron con lejía. O el de Jesús, médico residente en el Hospital General La Mancha Centro de Alcázar de San Juan, al que le han pedido, también de forma anónima, que se marche a un hotel para personal médico. O el más reciente, el de una ginecóloga de Barcelona que al bajar en la mañana del día 14 a su garaje para desplazarse al trabajo en su vehículo, se lo encontró pintarrajeado con otro mensaje ofensivo: Rata contagiosa.

"Son delitos de odio. Son denunciables, reprobables y perseguibles", manifestó la comisaria María Pilar Allué, jefa de personal de la Policía Nacional, durante la comparecencia del comité técnico del día 14 de abril. Las peticiones citadas no tienen ninguna solidez desde el punto de vista legal y los afectados no deben en ningún caso abandonar sus hogares producto de esa presión.

Por el momento estos hechos parecen aislados y no suponen más que un borrón en la respuesta solidaria mayoritaria de la sociedad española durante su periodo de cuarentena. La redacción sospechosa de las notas anónimas, llenas de faltas de puntuación, denota un escaso bagaje cultural. No obstante, su aparición hay que conjugarla con unas cifras más jugosas: las más de 650.000 denuncias cursadas por las fuerzas de seguridad contra ciudadanos que no han respetado las medidas de confinamiento.

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Es evidente que toda esta situación está revelando la hipocresía de una parte de la población, que si bien aparenta hincharse de orgullo solidario, de puertas para dentro no está a la altura de los valores que jalea ventanas para fuera. "Menos aplausos a las 20:00 y un poco más de empatía por las personas que tenemos que trabajar y tenemos familia", contestó al poco de su puño y letra Miram Armero estampando su propia nota en el portal, recordando que gracias a trabajadores de supermercado como ella "vosotros podéis comer".

Pero si la pandemia parece aflorar en algunos una parte oscura lamentable, no es menos cierto que la respuesta de apoyo a estas personas es mucho más amplia. Por ejemplo, el del médico tinerfeño en Alcázar de San Juan, Jesús. Apenas su madre colgó en Facebook una foto con la nota recibida, en cuestión de horas comenzó a recibir multitud de mensajes de apoyo. La alcaldesa de la ciudad, Rosa Melchor, se desplazó personalmente al hospital La Mancha Centro para expresar su apoyo a este sanitario.

"También me han invitado a cenas", declaró a los medios este médico residente. Y, sobre todo, en su portal alguien ha puesto un cartel reza: Aquí vive un héroe. Curiosamente, los mensajes de apoyo y agradecimiento están perfectamente redactados y con todos sus signos de puntuación.

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