La encrucijada de la cuarentena: evita el contagio de COVID-19 y favorece otro peligro

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Una mujer corriendo las cortinas de una ventana - Sputnik Mundo
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Aunque es demasiado temprano para aseverar que los niveles de violencia hacia las mujeres han aumentado durante la emergencia sanitaria desatada por el COVID-19, los Gobiernos de todo el mundo deberían tomar medidas para prevenirla y atender sus consecuencias. Éstas son las sugerencias de la directora de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe.

En tiempos de pandemia, para muchas personas el hogar puede convertirse en lugar de refugio, pero para muchas otras, todo lo contrario. Desde que el nuevo brote de coronavirus irrumpió en nuestra cotidianidad y los Gobiernos han estipulado la obligatoriedad de hacer cuarentena para no propagarlo, organizaciones internacionales, instituciones y redes de contención feminista han advertido que ha aumentado el riesgo de maltrato doméstico

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Sabemos que quienes la violencia recae mayoritariamente en las mujeres, y que sus agresores son mayoritariamente sus parejas o exparejas, y que la mayoría de las agresiones ocurren en la vivienda. Ante tal situación, ¿qué pueden hacer los Gobiernos? Sputnik entrevistó a la directora regional de ONU Mujeres, María Noel Vaeza, quien explicó por mail cuáles serían las estrategias adecuadas

Vaeza considera que los Gobiernos podrían aprovechar uno de los reveses que ha tenido la pandemia sobre el sector hotelero, y generar alianzas para utilizar sus instalaciones como alojamiento para mujeres que han sido violentadas. También aseguró que las autoridades se deben de encargar de dejar en claro a los perpetradores de violencia contra las mujeres que, pese a la crisis, no habrá impunidad. 

–Organizaciones de mujeres de todo el mundo han advertido que la violencia doméstica y sexual ha aumentado durante la cuarentena, sin embargo, muchos servicios de denuncia, atención y asesoramiento a mujeres víctimas han informado que las consultas han disminuido. ¿Le consta que esa sea la situación? ¿A qué se debe?

Es demasiado temprano tener cifras sistematizadas sobre los niveles de violencia y concluir si están aumentando o si siguen iguales. En algunos países, por ejemplo, China y Francia, se ha reportado un aumento en los medios. Lo que es un hecho es que los niveles de violencia ya estaban en proporciones pandémicas antes del coronavirus. Una de cada tres mujeres en la región ha padecido violencia física y/o sexual en una relación íntima. 

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Las mujeres que ya son víctimas/sobrevivientes de violencia contra las mujeres ahora van a enfrentar mayores riesgos por las medidas que se tienen que tomar para responder al COVID-19 porque van a estar confinadas en cuarentena o en aislamiento social con sus agresores. Esto evidentemente puede generar mayores riesgos para las mujeres y sus hijas o hijos y una intensificación en la frecuencia o severidad de la violencia

Al mismo tiempo, van a aumentar las barreras para acceder a los servicios esenciales, como los servicios de salud, los servicios de justicia y los servicios sociales, como refugios o albergues y servicios psicosociales, por mencionar algunos.

–Hay mujeres que tienen ingresos informales que, en las actuales circunstancias, han desaparecido totalmente y representan un obstáculo para abandonar la casa que comparten con el agresor. En esos casos, ¿qué posibles soluciones podrían ofrecer los Gobiernos? 

En estos casos es crucial asegurar que las mujeres puedan salir de sus hogares y entrar a un refugio/albergue para que puedan acceder a un lugar seguro con apoyo de organizaciones especializadas. El problema es que en muchos países no hay suficientes refugios. En estos escenarios, las posibles soluciones serían aumentar el financiamiento para las redes nacionales de refugios y a las organizaciones de sociedad civil que brindan servicios de apoyo indispensables. 

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Otra cosa que pueden explorar es formar alianzas estratégicas con el sector hotelero para que abran sus puertas a las mujeres y sus niños/niñas. La mayoría de los hoteles actualmente están vacíos, entonces si colaboran con refugios y organizaciones de sociedad civil de mujeres pueden poner en marcha protocolos para entrar a espacios seguros. 

Por otro lado, será fundamental que los gobiernos puedan brindar comida, alimentos y un paquete de productos básicos de higiene que necesitan las mujeres.

–¿Qué mecanismos de salida rápida y segura de los hogares podrían ofrecer los Gobiernos a las mujeres ante situaciones de riesgo? ¿Qué mecanismos podrían prever las mujeres en su comunidad o con el círculo de personas más allegadas? 

Además de los puntos que ya mencioné para facilitar el acceso a refugios y otros espacios seguros, pueden difundir mensajes con los números de emergencia, poner en marcha líneas telefónicas para brindar apoyo 24/7, poner en marcha mecanismos de identificación temprana en colaboración con las comunidades, financiar a las organizaciones de mujeres para que puedan capacitar a redes de mujeres que puedan estar atentas y apoyar a otras mujeres en sus comunidades y desarrollar nuevas soluciones a nivel comunitario.

También capacitar a las/los profesionales en la primera línea de respuesta en el sector de salud para identificar las víctimas o sobrevivientes de violencia y referirlas a servicios especializados y recordar a todos los servicios policiales de sus responsabilidades y obligaciones de responder de manera adecuada a los casos reportados. Es fundamental que los perpetradores de violencia sepan que, a pesar de la crisis, no habrá impunidad para casos de violencia contra las mujeres.

–En América Latina y el Caribe, ¿hay algún servicio de atención o asesoramiento público o de organizaciones ciudadanas que ONU Mujeres considere buena práctica? 

Hay muchas buenas prácticas en la región. El problema suele ser la falta de recursos. Las redes nacionales de refugios juegan un papel importantísimo en asegurar la calidad de los servicios en los albergues y casas de acogida para las mujeres; los centros de justicia en México, Ciudad Mujer en El Salvador; La Iniciativa de los Derechos de las Mujeres en Guatemala. Hay muchas iniciativas y mucha creatividad en el sector de las mujeres en la región, pero es indispensable aumentar la inversión en el sector de sociedad civil.

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