Debido a que las personas se están quedando más en sus casas, y por lo tanto están circulando menos por la vía pública y por determinados espacios turísticos, los ecosistemas comenzaron a recuperarse.
Tal es el caso de los canales de Venecia en Italia, antes contaminados, que ahora tienen aguas cristalinas y fauna marina. Otro efecto positivo fue la mejora significativa de la calidad del aire en numerosos países que redujeron sus actividades industriales así como su transporte aéreo y terrestre.
"En las principales ciudades de España, especialmente en Madrid y Barcelona, se ha reducido enormemente la cantidad de vehículos en circulación y eso ha traído como consecuencia que los niveles de dióxido de nitrógeno hayan bajado a niveles nunca antes vistos en el mes de marzo", dijo Adrián Fernández, responsable de la campaña de movilidad de Greenpeace España.
Mientras que normalmente el país europeo excede el límite legal de 40 microgramos diarios que se pueden emitir de esta sustancia, en la actualidad las emisiones no llegan ni al 40 % de ese valor.
De acuerdo a datos de la NASA, tomados desde fines de enero hasta principios de febrero, la concentración de dióxido de nitrógeno se redujo entre 30 y 50 % en varias ciudades chinas, en comparación con el mismo período de 2019.
Mientras que el país asiático reportó 3.331 muertes por coronavirus, cada año mueren 1,1 millones de personas por la contaminación del aire en este país y en el mundo alrededor de siete millones.
"Demandamos que, una vez superada la pandemia, recordemos que el principio de salud pública debe aplicarse siempre que se ponga en riesgo la salud de la ciudadanía y la contaminación atmosférica no es una excepción. Es un problema mundial que supone un enorme coste tanto sanitario como de muertes prematuras", concluyó el vocero de Greenpeace España.