La vacuna soviética contra la tuberculosis, ¿un arma contra el coronavirus?

© Sputnik / V. Baranovsky / Acceder al contenido multimediaUnos médicos soviéticos producen una vacuna
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Los epidemiólogos estadounidenses creen que la vacuna Calmette y Guérin usada para controlar la tuberculosis podría ayudar en la lucha contra el coronavirus SARS-CoV-2.

"Los países en los que no se ha aceptado la vacunación universal con BCG (bacillus de Calmette y Guérin), entre ellos Italia, los Países Bajos y Estados Unidos, han sido los más afectados por COVID-19", revelan los científicos. Los resultados de su estudio se han publicado en el portal medRxiv.

La vacuna BCG había reducido la tasa de infección del virus. Según los investigadores, la combinación de una reducción de la mortalidad y la morbilidad puede hacer que esta vacuna sea una de las principales herramientas en la lucha contra la enfermedad.

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En Rusia, la vacuna se aplica actualmente a todos los niños de tres a cinco días de vida, con algunas excepciones relacionadas con la salud. ¿Podría esto de alguna manera estar conectado con el bajo número de casos de COVID-19 registrados actualmente en Rusia (de momento, 3.548 de una población de 144,5 millones)?

El número de muertes relacionadas con el coronavirus en los países en los que la BCG es opcional supera al resto hasta 30 veces, según las estadísticas. La efectividad de la vacuna queda patente si se comparan las cifras de España con las de Portugal. En el primero la tasa de fallecimientos es catastrófica; también es donde la BCG no es obligatoria desde 1981. En Portugal, la vacuna es opcional desde el 2017. 

¿Qué es la BCG?

La BCG es la única vacuna certificada contra la tuberculosis en el mundo. 130 millones de personas la reciben cada año. En los países desarrollados se usa de forma irregular o simplemente no se ofrece en absoluto, dado el bajo número de los infectados. Estados Unidos y los Países Bajos, por ejemplo, nunca tuvieron suficientes razones para generalizar la práctica de vacunar con BCG. En países de alto riesgo como Brasil, Rusia, la India, China, Sudáfrica y otros, la BCG es obligatoria, pero tampoco ofrece inmunidad total: solo entre un 60% y un 80%.

¿Сómo fue creada y por qué se estrenó en la URSS?

En 1921, Calmette y Guérin crearon la vacuna en el Instituto Pasteur de París (Francia). En 1925, Calmette compartió con Moscú la cepa BCG registrada allí como BCG-1, después de lo cual el estudio experimental y clínico comenzó en la Unión Soviética. 

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Después de tres años, fue posible sistematizar los resultados, que demostraron que la vacunación era eficaz: la mortalidad por tuberculosis en los grupos de niños vacunados fue menor que entre los niños no vacunados. En 1928, se recomendó vacunar a los recién nacidos en los focos de infección de tuberculosis por la Liga de Naciones, predecesora de la ONU.

La BCG se usa no solo contra la tuberculosis, sino también contra la lepra, el cáncer de vejiga y la úlcera de Buruli.

La eficacia contra la COVID-19, ¿mito o realidad?

Se espera que se lleven a cabo experimentos en Australia, los Países Bajos, Alemania y Grecia para determinar si realmente esta vacuna tiene alguna correlación con la cantidad de infectados y la mortalidad del virus. 

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Pero no se puede afirmar que la vacuna sea efectiva contra el coronavirus. En China la vacuna BCG es común, pero eso no ha evitado que el país sea golpeado y con fuerza por la infección. 

Además, la comunidad científica desconoce la duracción del efecto protector de la vacuna. Los estudios indican un período de 10 a 20 años entre la población infantil; los efectos en los adultos requerirían más estudios. 

El uso de esta vacuna contra el nuevo coronavirus surgido en China también siembra muchas dudas en la propia Rusia. 

"Lo único que la tuberculosis y el coronavirus tienen en común es la forma en que se transmiten. El resto son fantasías de alguien", opina Alexandr Panteléyev, médico jefe de una clínica de tuberculosis de San Petersburgo. 

Según sus palabras, la vacuna BCG tiene una vida corta, un máximo de 10 años, lo que significa que cada cierto tiempo se ha de volver a administrar. En un organismo adulto la vacuna simplemente no tiene recorrido, advierte. 

"Así que decir que hemos creado alguna forma de inmunidad contra el coronavirus es simplemente una tontería. Además, son dos tipos de infecciones completamente diferentes, y cómo alguien podría descubrir un mecanismo de cruce entre ellas no me queda nada claro", concluye.
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