"La Constitución brasileña dice que el lugar de culto es inviolable, yo no iba a dejar que cerrasen mis iglesias por un decreto de un alcalde o un gobernador, ¿quiénes son ellos? ¡No tienen autoridad para eso!", comentó en una entrevista con Sputnik el pastor, quien hace unos días recurrió a la Justicia para mantener sus templos abiertos.
Malafaia, de 61 años, es el principal líder de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo, una denominación evangélica con decenas de iglesias por todo el país y un templo, la sede central, ubicado en la ciudad de Río de Janeiro, que tiene capacidad para más de 6.500 personas.
Esa normalidad duró varios días, lo que generó numerosas críticas: varios analistas apuntaron que algunas iglesias neopentecostales se negaban a cerrar para no ver perjudicada su recaudación, algo que Malafaia considera una acusación "calumniosa" y absurda, ya que hace tiempo que su iglesia, por ejemplo, recibe donaciones online.
Finalmente, tras varios días de idas y vueltas entre autoridades locales e iglesias, el 26 de marzo el Gobierno que preside Jair Bolsonaro publicó un decreto que define la actividad religiosa como un bien "esencial", por lo que los templos están entre los pocos espacios que pueden continuar abiertos cuando los gobernadores decretan cuarentena.
En cualquier caso, el decreto presidencial añadía que se debían seguir los consejos del ministerio de Salud, que señala que las iglesias pueden estar abiertas, pero no celebrar actos que congreguen a multitudes.
Fe por internet
Íntimo amigo de Bolsonaro y uno de los principales artífices del apoyo del campo evangélico al líder ultraderechista, Malafaia afirmó que el presidente publicó ese decreto "para evitar que los gobernadores cerrasen a cal y canto las iglesias", y que él recurrió a la Justicia para evitar que se creara un peligroso precedente.
Ahora el pastor retransmite sus sermones por Internet (tan sólo en Twitter tiene 1,4 millones de seguidores), y en la enorme iglesia del barrio de Penha (en la periferia norte de Río) siempre hay otros cuatro pastores ofreciendo asistencia espiritual.
ATENÇÃO! A Santa Ceia será em um novo e único horário, às 10h30, no próximo domingo, dia 5 de abril. A programação será transmitida ao vivo, para que você assista de casa com a sua família.
— Silas Malafaia (@PastorMalafaia) March 31, 2020
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Según Malafaia, la gente va poco a poco y ni siquiera se forman filas, pero en caso de que las hubiera se tomarían medidas para respetar las distancias de seguridad.
A pesar de aceptar las recomendaciones sanitarias, el pastor minimiza los riesgos del coronavirus, al igual que Bolsonaro.
"No habrá ninguna catástrofe, morirá gente como muere gente de gripe, de tuberculosis, de cualquier cosa", dijo Malafaia, quien añadió que peor que el coronavirus será el desempleo y la "convulsión social" que provocará el parón económico a causa de la cuarentena.
El pastor recuerda que la realidad de su país es muy diferente a la de las naciones europeas, y que en Brasil, con millones de personas trabajando en la informalidad y viviendo en favelas en condiciones muy adversas, hablar de confinamiento es "una verdadera hipocresía".
Prevención y charlatanismo
Igual que la Asamblea de Dios Victoria en Cristo, otras iglesias evangélicas adoptaron en los últimos días medidas de prevención y orientan a sus fieles a quedarse en casa.
Entre una gran mayoría de ejemplos de centros que siguen las recomendaciones de las autoridades sanitarias también hay casos extremos en el sentido contrario.
La iglesia Catedral Global del Espíritu Santo, en Porto Alegre (estado de Río Grande do Sul, sur del país) está siendo investigada por la Policía Civil por un presunto delito de "charlatanismo", por promover inmunizar a sus fieles contra el coronavirus.
"El poder de Jesús contra el coronavirus: ven, porque habrá unción de aceite consagrado en ayunas para inmunizarte contra cualquier epidemia, virus o enfermedad", decía el aviso de una misa.
Según el balance del ministerio de Salud divulgado el 30 de marzo el SARS-CoV-2 ya mató a 159 brasileños y dejó a otras 4.579 personas contagiadas.