La similitud de las cepas sugiere que el mercado de pangolines chino es una bomba de tiempo que necesita ser desactivada, afirman los investigadores chinos.
Los estudios iniciales del genoma del SARS-CoV-2 sugieren que es muy posible que el virus haya surgido en una colonia de murciélagos de herradura en Yunnan, una provincia que limita con el país del sudeste asiático de Birmania. Sin embargo, está a más de 1.000 kilómetros del mercado, donde empezó el brote de la enfermedad.
La venta ilícita de este mamífero en peligro de extinción, preciado como un manjar y un tónico para la salud, es un secreto abierto en China. Además, posiblemente es un buen portador intermedio del virus, señalaron.
Los investigadores analizaron las muestras de los tejidos congelados de 18 pangolines malayos (Manis javanica) que se obtuvieron en 2017 y principios de 2018 por la Aduana de Guangxi en el resultado de operaciones anticontrabando.
Se encontró ARN del coronavirus en seis de las 43 muestras de órganos, no obstante, ninguno de ellos era el SARS-CoV-2.
Por otro lado, había una serie de secuencias superpuestas que sugieren que estos virus estaban bastante relacionados.
Resultó que en conjunto, la mezcla de genomas de coronavirus recientemente secuenciados son entre el 85,5 y el 92,4 % similares al SARS-CoV-2, y representan dos líneas de virus relacionados.
Sin embargo, la búsqueda de la conexión entre el portador del coronavirus y los primeros humanos infectados continúa. Los científicos señalaron que están muy lejos de identificar a pangolines como la fuente de la actual pandemia.
Aún así, todos esos animales incautados por la aduana estaban destinados a mercados de animales vivos en algún lugar de China.
Aunque es imposible predecir si esas líneas de coronavirus en particular podrían haber dado un salto en la población humana, la actual pandemia surgió de una situación similar, indicaron.
Esta investigación se publicó en Nature.