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El mercado del oro se enfrenta a su mayor prueba de resistencia en plena pandemia

© Sputnik / Valeri Titievski / Acceder al contenido multimediaLa fusión de lingotes de oro
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La expansión de la pandemia de coronavirus se ha convertido en una prueba de resistencia no solo para el mercado del petróleo, sino también para el del oro. Ahora, el metal tiene que afrontar desafíos con los que nunca se ha topado antes.

Los cuatro retos son: 

  • el crecimiento de la demanda;
  • el cierre de las refinerías y de los productores;
  • los problemas de transporte;
  • las preocupaciones por la dispersión del oro.

Y parecen ser difíciles de superar.

La demanda

El oro desde hace mucho tiempo tiene la reputación de ser una herramienta de inversión muy segura durante una crisis. Esto significa que la demanda no hará más que crecer bruscamente si en el peor de los casos las empresas, las instituciones financieras y los Estados se declaran en quiebra. De esta manera el oro ofrece a los inversores una buena oportunidad de convertir sus activos en lingotes de alto valor. 

"Desde la semana pasada las mascarillas, los desinfectantes de manos, el papel higiénico y las onzas de oro tienen algo nuevo en común: se acaban cuando todos tratan de comprarlas", señaló a Bloomberg el director comercial Vincent Tie, de la empresa Silver Bullion con sede en Singapur.  

La mayor parte de las reservas de oro se almacena en bóvedas situadas en Londres, Suiza y Nueva York. El depositario más grande del mundo —donde se guardan 497.000 lingotes del oro— se encuentra en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. El Banco de Inglaterra cuenta con 400.000 lingotes. Otras bóvedas son operadas por otros bancos centrales y por empresas logísticas.

La extracción y la refinación

Estos tres centros dorados mantienen vínculos con las refinerías y con los mineros repartidos por todo el mundo. Las primeras compran la mena de oro para producir lingotes o joyería de varios tamaños. Esta semana las tres mayores refinerías situadas en el cantón suizo de Ticino se vieron obligadas a cerrar a raíz de una orden emitida por las autoridades para luchar contra la pandemia. 

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El trabajo en las minas también se interrumpe tras el cierre de toda la industria en Sudáfrica. Se trata de un parón sin precedentes en los últimos 150 años. Además, se está paralizando la extracción de la mena del oro en otras minas desde Argentina hasta Canadá.

El transporte 

Cada vez se hace más difícil transportar el oro a quienes lo compran porque usualmente los vuelos comerciales se utilizan con estos fines. 

La mayor parte de estos vuelos ya ha sido cancelada por la aerolíneas, y las que todavía siguen operándolos no pueden llevar a bordo de un solo avión una cantidad tan grande del metal precioso. Esto ocurre no por el peso de los lingotes, sino por razones relacionadas con la imposibilidad de obtener las pólizas de seguro necesarias para lidiar con una cantidad que supera la que una aeronave puede transportar.

Por ello, en lugar de tardar un solo día, ahora el oro ruso se suministra a otros países al cabo de una semana, explicó a la agencia uno de los directivos del banco ruso Otkritie, Alexéi Záitsev.

La dispersión

Todos los factores mencionados anteriormente han generado una escasez histórica de futuros del oro en la bolsa de Nueva York. Usualmente los inversores compran sus futuros para obtener exposición a los mejores precios del metal. Así no tienen que preocuparse de los inconvenientes diarios que implica poseer lingotes físicos. 

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Si los inversores mantienen los futuros de oro hasta la fecha de su vencimiento, pueden recibir los lingotes de una forma específica: por unidades de 100 onzas o tres kilobarras. Si el precio de los futuros del oro sube demasiado en la bolsa de Nueva York respecto al del mismo instrumento financiero vendido en otras partes del mundo, los bancos pasan a comprar kilobarras allí y no en la metrópoli estadounidense. 

La interrupción en las cadenas de suministro ahora pone en duda estas operaciones. El brusco aumento del precio de los futuros hace que el metal vendido en Nueva York sea más caro que el que se adquiere en Londres. Este incremento de la diferencia de precios, conocida en el mundo como spread, empieza a preocupar a los comerciantes veteranos. 

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