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La izquierda y la derecha se unen en América Latina a raíz del coronavirus

© REUTERS / Matias BagliettoSoldados sirven alimentos en Argentina durante la cuarentena por COVID-19
Soldados sirven alimentos en Argentina durante la cuarentena por COVID-19 - Sputnik Mundo
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En un histórico encolumnamiento, el presidente argentino, Alberto Fernández, ha recibido el apoyo de la oposición en medidas drásticas para contener la pandemia de COVID-19. La cooperación más allá de la política partidaria contrasta con Brasil y México, cuyos mandatarios reciben fuertes críticas por su falta de reacción ante el coronavirus.

El liderazgo político de Alberto Fernández se ha visto fortalecido en cada paso desde las primeras cancelaciones de eventos masivos y vuelos, pasando por el cierre de fronteras hasta el plan de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio, que incluye el apoyo de las Fuerzas Armadas en las calles, un elemento significativo para un presidente de izquierda en un país marcado genéticamente por las dictaduras militares.

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En el cargo desde diciembre de 2019, Fernández tiene la ventaja de no contar aún con el desgaste de una Presidencia en tiempos de crisis económica, en el contexto de recesión que vive Argentina desde 2017 y el estancamiento que arrastra hace una década, como ocurriera hacia el final de los mandatos de los expresidentes Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) y Mauricio Macri (2015-2019).

"El Gobierno está recibiendo el apoyo de un sector de la oposición en el marco de una situación de emergencia, pero es interesante destacar que las variantes más extremas del conflicto político no están participando, son los sectores más moderados los que están en diálogo, lo cual puede significar algo en la política argentina", dijo a Sputnik Julio Burdman, analista político y académico universitario.

Pese al gran enfrentamiento político que vive la sociedad, conocido como "la grieta", el mandatario ha recibido la aprobación del grueso del arco político gracias a su decisión de no demorarse en la toma de decisiones enérgicas desde el momento en que el coronavirus fue declarado pandemia, el pasado 11 de marzo.

En un encolumnamiento histórico, Fernández ha recibido el apoyo explícito de la oposición para tomar medidas drásticas para contener el brote de COVID-19 en el territorio argentino. Antes de ser comunicada, la cuarentena forzada fue analizada junto a los líderes de cada bloque del Congreso. "El presidente es el comandante en esta batalla", declaró Mario Negri, jefe del interbloque de Juntos por el Cambio, la principal coalición opositora, en conferencia de prensa.

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​El analista mencionó que una de las razones que explican que Argentina haya reaccionado con tanta vehemencia tiene que ver con el hecho de atravesar una crisis económica que muy probablemente esté en las puertas de un default financiero: "apenas ceda la pandemia, vienen los problemas económicos".

"En Argentina el pánico es mayor porque tenemos mucho contacto con gente que va y viene de Europa, cosa que no pasa tanto en otros países de América Latina. El Gobierno está manejando la posibilidad de que estemos en una situación con progresiones más parecidas a las de Italia", opinió Burdman.

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Las medidas de prevención y contención han sido muy cambiantes con el paso de los días y son todavía dispares en la región: hay países que todavía no decretaron cuarentena ni cierre de fronteras. Mientras se confirman casos en todos los países del continente, algunos mandatarios envían señales confusas que contradicen las recomendaciones de expertos y autoridades a nivel mundial.

En Brasil, la ausencia de un decreto federal de confinamiento obligatorio, como ocurre ya en gran parte de la región, ciudades superpobladas como San Pablo y Río de Janeiro acumulan la mayor cantidad de contagios y muertes. En ese contexto, se han vuelto constantes las caceroleadas en contra del presidente, Jair Bolsonaro.

Una encuesta reveló que un tercio de la ciudadanía brasileña considera "mala o pésima" la gestión de la pandemia por parte de Bolsonaro. El mandatario catalogó de "histérica" la preocupación por el avance del coronavirus y organizó manifestaciones masivas en su apoyo cuatro días después de la declaración oficial de COVID-19 como pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

"¿Que si algunos morirán por el virus? Sí, morirán. Algunos porque ya tenían alguna deficiencia preexistente; otros, porque les pillará desprevenidos. Lo lamento. Mi madre, que tiene 92 años, si se contagia algo creo que nos deja. Pero no podemos crear todo ese clima que hay por ahí. Perjudica a la economía”, dijo Bolsonaro en una entrevista televisiva.

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Lejos de dar el ejemplo para el resto de la sociedad, el rol del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es también fuertemente criticado por el tono escéptico con el que ha manejado la pandemia y su rechazo a poner en práctica las recomendaciones de organismos sanitarios internacionales.

Días después de la declaración de pandemia, López Obrador continuó con la organización de eventos masivos, recomendó seguir abrazándose y besándose contra todas las guías orientativas de la OMS y su brazo regional, la Organización Panamericana de Salud (OPS), y su campaña mundial de concientización bajo la consigna "lavado de manos y distancia social".

A contramano, AMLO, como también es conocido el presidente mexicano, insistió en no tomar medidas drásticas antes de lo necesario, una postura que resultó en los ejemplos de crisis sanitaria que viven actualmente Italia y España.

"No apanicarnos, vamos hacia delante. No dejen de salir, todavía estamos en la primera fase. Yo les voy a decir cuándo no salgan. Si pueden hacerlo y tienen la posibilidad económica, sigan llevando a la familia a comer a los restaurantes, a las fondas, porque eso es fortalecer la economía", dijo López Obrador en un video publicado el este 22 de marzo en sus redes sociales.

En definitiva, el coronavirus no solo hizo que Argentina superara la polarización política interna en pro de la salud nacional, sino que además alineó a dos mandatarios latinoamericanos de ideologías completamente opuestas —como el progresista AMLO y el conservador Bolsonaro— en pro de la economía.

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