En 2014, la agencia espacial japonesa JAXA lanzó la sonda espacial Hayabusa 2 para la investigación del asteroide Ryugu. La sonda alcanzó el cuerpo celeste hace dos años y comenzó su misión de reconocimiento.
"Es la primera vez que observamos el proceso de formación del cráter en un entorno de microgravedad", afirmó Masahiko Arakawa, uno de los autores de la investigación. "La mayor parte de nuestra comprensión de cómo se forman los cráteres es de experimentos de laboratorio aquí en la Tierra", agregó.
El proyectil del tamaño de una pelota de tenis hizo estallar un cráter en la superficie del asteroide de 14,5 metros de ancho y 2,3 metros de profundidad. La maniobra tuvo lugar en abril de 2019, pero solo ahora los científicos generalizaron los datos.
Además el impacto generó una nube de escombros. Al analizar el material de esta nube y del fondo y los lados del cráter, los investigadores lograron sugerir la composición del asteroide.
El hallazgo de material arenoso también sugiere que el asteroide es probablemente mucho más joven de lo que se pensaba antes de la misión Hayabusa 2.
Los investigadores creen ahora que tiene aproximadamente nueve millones de años. El equipo también observó que la formación del cráter estaba limitada por la gravedad, no por la fuerza de la superficie, lo que sugiere una vez más que el asteroide está hecho de material frágil y poroso. Señalaron que el cráter creado por el proyectil era aproximadamente siete veces más grande de lo que habría sido en la Tierra, que tiene una superficie mucho más dura.
"Me sorprendió mucho que el cráter fuera tan grande", admitió Masahiko Arakawa de la Universidad de Kobe.
Los científicos también observaron que el cráter no era redondo, sino que tenía más bien forma de media luna, lo que sugiere que uno de sus bordes colinda con una roca subterránea muy grande que era lo suficientemente dura como para evitar ser fracturada por el disparo.
El artículo se publicó en la revista Science.