"Hay de todo a la venta, los precios casi no han variado hasta ahora, pero la gente está muy nerviosa, dicen que va a haber cuarentena total y por esto están comprando de todo", dijo a Sputnik Filomena Flores, vendedora de abarrotes (comestibles) en un mercado de la residencial zona sur de la capital política boliviana.
La infección, originada en China, ha afectado a más de 200.000 personas en menos de tres meses.
Con 16 casos confirmados hasta el mediodía del 20 de marzo, Bolivia era uno de los países latinoamericanos menos golpeados por la pandemia, pero autoridades y expertos en salud advirtieron el alto riesgo de un súbito aumento de casos, por contagios comunitarios, que podría poner en jaque el precario sistema nacional de salud.
"Medidas más duras, como una cuarentena total, no están descartadas, depende de la evolución de la situación", dijo al mediodía el ministro de la Presidencia, Yerko Núñez.
Doña Filomena, como la llaman sus clientes, dijo que llevó al mercado a su hija para que le ayude a atender la demanda extraordinaria de alimentos no perecederos.
"Lo que más pide la gente son productos envasados, arroz, fideo y quesos, como si fuésemos a entrar en guerra", comentó la vendedora.
Añadió que "lo más grave del nerviosismo es que en realidad no se sabe qué va a pasar, ojalá no sea más que una alarma corta porque si se prolonga, los productos van a comenzar a escasear y ahí sí será el caos".
Justificando sus compras apresuradas en el mercado, una vecina, María Luisa Escóbar, dijo a esta Sputnik que "el problema no es solo la epidemia en sí, sino los constantes cambios de medidas que hace el gobierno, que causan confusión".
En el marco del decreto de emergencia y cuarentena, el horario laboral ha sido reducido a cinco horas diarias (8:00 a 13:00 locales, o 12:00 a 17:00 GMT), aunque esta medida no afecta a la mayoría de la actividad económica boliviana, en la que la informalidad supera el 70%, según cifras oficiales.
Esto quedó en evidencia el 18 y el 19 de marzo, primeros dos días del retiro domiciliario obligatorio, cuando la actividad de comerciantes callejeros se prolongó hasta casi la medianoche, especialmente en El Alto, según varios medios.
Este 20 de marzo había también largas filas de vehículos en las gasolineras, pese a una campaña gubernamental que asegura que la provisión de combustibles era normal y no se preveían dificultades durante la crisis sanitaria.