El afiche muestra a una mujer en cuclillas, vestida únicamente con medias de red, con un pancho (hot dog) en la mano, además de un número de teléfono. Lo que a simple vista pareciera un volante de oferta sexual —prohibidos por ley desde 2012 en Argentina— es la polémica campaña de marketing por el nuevo sencillo de la cantante Jimena Barón.
La canción en cuestión se llama Puta y la artista explicó que buscó resignificar el insulto: "Es una palabra que está en todos lados. Totalmente naturalizada y pronunciada en boca de los cantantes hombres más famosos y exitosos. Si como mujer sintieras orgullo de ser puta sos una vergüenza, no sos mujer. 'Puta' es la lucha de varias, que no joden a nadie pero son humilladas y vapuleadas por pretender ser libres y a la vez mujeres".
Amo estos mensajitos a #JimenaBaron pic.twitter.com/vLqUcKgHZo
— Aᴿᴛɪsᴛ ғᴏᴿᴍᴇᴿʟʏ ᴋɴᴏᴡɴ ᴀs (@Av_LaGalletita) February 5, 2020
Mercantilización de la sexualidad, criminalización de la pobreza
Las primeras en apoyar a la cantante fueron las referentes de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar), una agrupación que nuclea a más de 6.500 trabajadoras sexuales en todo el país y adherida a la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), quienes desde hace 25 años militan por la regularización laboral de quienes ejercen la prostitución para evitar así las persecuciones y conquistar derechos.
"Nuestra postura no es liberal sino sindical, con conciencia de clase. Consideramos que la prostitución es nuestro trabajo, por decisión propia, de manera autónoma y voluntaria. Tomamos esta decisión por falta de oportunidades y por la precarización de la oferta laboral para las mujeres, que en gran medida somos madres y jefas de hogares", dijo a Sputnik Georgina Orellano, secretaria general de Ammar.
Orellano, quien publicó una foto junto a Barón en medio de la polémica, criticó que solo se le cuestione la libertad a las trabajadoras sexuales y no al conjunto de la sociedad inmersa en el sistema capitalista, cuando la clase obrera por lo general no elige su situación.
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"Que traten de imponer que solo nuestro trabajo implica una explotación del cuerpo es tener una mirada moral de lo que sucede verdaderamente en el sistema laboral. Queremos plantearle al Estado políticas públicas desde la realidad, no desde la teoría ni las utopías", insistió.
La referente de Ammar criticó que una parte de la sociedad acepte la mercantilización de ciertas partes del cuerpo pero ponga el límite en la comercialización de la sexualidad, y puso como ejemplo a modelos, promotoras, bailarines y otras profesiones "que explotan el capital erótico y la hegemonía de la belleza".
Visiones dispares dentro del feminismo
Una de las voces más efusivas fue la de Carolina Aguirre, guionista de la telenovela Argentina, tierra de amor y venganza, que narra la historia detrás de Zwi Migdal, una red de trata conformada por delincuentes de origen judío y operó en Argentina entre 1906 y 1930.
"Qué decepción que pienses que la esclavitud sexual es un trabajo o que venimos a este mundo a ser vertederos de semen y de [enfermedades] venéreas y víctimas de violencia por unos pesos. Qué pena que no entiendas que el feminismo es para proteger a las más débiles y no a vos que podés elegir. El feminismo es abolicionista porque no tolera la explotación de la mujer en ninguna de sus formas", le escribió Aguirre a Barón en las redes sociales.
Sin embargo, fueron varias las voces mediáticas dentro del feminismo (figuras dispares como la popular vedette y conductora Moria Casán o la comediante Malena Pichot), quienes defendieron la osadía de Barón y la visión no punitivista, como acompañamiento desde la sororidad o por empatía política.
Nosotras, las de los privilegios no tenemos derecho a declarar cuál explotación es peor que otra. El objetivo de todxs sigue siendo conseguir más derechos y oportunidades para las personas
— malena pichot (@malepichot) February 5, 2020
En Argentina, la prostitución no está penada por la ley siempre y cuando se ejerza en el ámbito privado, pero sí está prohibida la promoción en la vía pública, el proxenetismo (lucrar con la actividad de terceros) y la trata de personas. Sin embargo, no es un considerada un trabajo formal.
"Las trabajadoras sexuales no tenemos obra social, ni nuestros hijos, no podemos hacer aportes jubilatorios, trabajamos en un marco de ilegalidad porque nuestros espacios están criminalizados", explicó Orellano.
Ammar busca que sus integrantes sean sujetos de derechos laborales para poder salir de la clandestinidad además de una regulación estatal para distinguir entre la explotación violenta de quienes son forzadas a prostituirse y la libertad de quienes desean ejercer bajo un modelo no punitivo.
Modelo holandés vs. modelo sueco, una discusión mundial
Conocido como modelo de "reducción de daños" o holandés, en referencia a la política de regulación estatal de la actividad en burdeles y vitrinas impuesta en los Países Bajos desde 1999, se inscribe dentro de las corrientes legalistas. También son conocidos los casos de Alemania, Dinamarca y Nueva Zelanda.
Parte de las premisas de que la prostitución existe y seguirá existiendo y de que la trata de personas no es su sinónimo, y que puede transformarse en una salida laboral y en un trabajo digno para quienes lo elijan voluntariamente si las condiciones están garantizadas.
La postura contraria es la abolicionista que mencionaba Aguirre, conocida como modelo de "eliminación del daño" o sueco, en referencia a la ley implementada en Suecia desde 1998. Otros países han avanzado en esta dirección desde entonces: Bélgica, Canadá, Corea del Sur, Escocia, Finlandia, Francia, Irlanda, Islandia, Noruega, Singapur, Sudáfrica, con diferentes aplicaciones.
Esta parte de la idea de base de que la prostitución es, en esencia, una forma de opresión, un abuso de poder, un mecanismo de violencia machista que somete a alguien a vender su cuerpo, siempre por necesidad y carencia, más allá de que el intercambio comercial sea voluntario, en cuyo caso será una minoría, por lo que dedica su esfuerzo en criminalizar la demanda: legaliza el acto de prostituirse pero persigue la compra de servicios sexuales.