Sahili está en cuarentena preventiva desde el 27 de enero. Sahili Franco Cipriani es venezolana, tiene 29 años y vive en Pekín desde 2018. Es investigadora, productora de contenidos y activista por los derechos humanos de las mujeres, aunque lo que la llevó a China fue una beca de la China Women's University para estudiar un máster internacional en trabajo social, liderazgo femenino y desarrollo.
Sahili fue una de las afortunadas y ahora vive con otras 60 compañeras en la universidad. Todas mujeres, en su mayoría africanas y asiáticas; dos son latinoamericanas: ella y otra compañera venezolana.
"La cuarentena preventiva dura exactamente 14 días, que es el tiempo que el coronavirus tarda en incubarse y desarrollar sus primeros síntomas", explica Sahili en diálogo con Sputnik. Las 12 horas de diferencia que hay entre Venezuela (desde donde se hace la entrevista) y China dificultan, un poco, la comunicación con el país asiático. ¿Pero qué significa exactamente estar en cuarentena preventiva?
¿Qué significa cuarentena preventiva?
Significa que Sahili y sus compañeras de universidad no pueden salir prácticamente de su dormitorio. Y así es hasta que se cumpla el plazo dado por el centro para la cautela. Pekín, a pesar de que se encuentra a más de 1.000 km de Wuhan, ciudad donde se originó el coronavirus, también está en cuarentena como el resto del país. La alerta sanitaria es máxima.
Según la becaria, el comedor de la universidad "se ha convertido en una especie de centro de acopio" donde se puede conseguir muchas cosas: papel higiénico, jabón y toallitas sanitarias, por ejemplo. "También hay internet aunque ha estado muy lento los últimos días", comenta.
Las estudiantes tienen prohibido salir del campus; la recomendación es que salgan de la habitación lo menos posible y, siempre que lo hagan, es obligatorio el uso de la mascarilla de seguridad.
"Es muy duro, aunque quiera salir, no puedo. Intento mantenerme ocupada y conseguir un balance saludable entre aceptar la situación, mantener la disciplina y el autocuidado", relata.
En ese contexto, ya que "nunca antes había tenido tanto tiempo libre" en su vida, la becaria venezolana intenta mantener su equilibrio emocional imponiéndose rutinas diarias: levantarse temprano, hacer yoga, desayunar y ponerse a leer o a estudiar para su tesis. "Qué mejor momento que este para escribir mi tesis", dice sonriendo.
El mayor contacto con la realidad lo tiene cuando sale de la habitación y va a la cocina para preparar algo de comer. Es en esos ratos cuando se encuentra (recordemos, mascarilla siempre puesta) con sus compañeras por los pasillos de la residencia estudiantil. "Esos encuentros de pasillo nos están ayudando mucho. Hacemos catarsis y echamos chistes. Nos estamos apoyando mucho". Sahili está hablando de sororidad pura y dura en mitad de una crisis que nadie sabe a ciencia cierta cuándo va a terminar.
Con el mundo exterior también tiene contacto. Al tener internet puede conectarse a sus redes sociales. Aunque en China no funciona Instagram, Facebook o Whatsapp, sí funciona la conexión VPN que permite a los extranjeros cambiar la IP de sus computadoras para simular que están en cualquier otro país y poder mantener sus redes habituales con familiares y amigos.
También ve canales como China Global Television Network y lee páginas web como The Beijiner, con información casi minuto a minuto y en inglés del avance del coronavirus. La embajada venezolana ha hecho un grupo de WeChat (es como el Whatsapp chino) para informar a los venezolanos residentes en el país de la situación de sus connacionales, y el consulado se ha puesto a la orden para cualquier cosa que necesiten.
China, Venezuela y el coronavirus
"Por el momento, lo que nos han dicho es que no hay ningún venezolano que haya contraído el virus. Eso es todo lo que sabemos por parte de ellos, pero los grupos de WeChat de estudiantes están activos y la mayoría de las veces son ellos mismos los que envían links con información interesante", cuenta la becaria.
China y Venezuela mantienen relaciones bilaterales muy importantes, sobre todo en materia económica. El petróleo es el motivo fundamental de esta unión. China necesita mucho petróleo para su desarrollo y Venezuela lo tiene. Además, Venezuela es un país bloqueado económicamente por Estados Unidos bajo sanciones coercitivas que impiden su normal funcionamiento en el comercio exterior. Ambos países han desarrollado una relación basada en la financiación del gigante asiático a cambio de petróleo por parte del país latinoamericano.
Sobre el estado del resto de la ciudad la estudiante venezolana puede decir poco; no puede salir a la calle a comprobarlo. Sí sabe que el transporte público continúa funcionando, aunque la última vez que salió a dar un paseo por el campus no vio a nadie utilizando las camionetas o autobuses urbanos. Los parques, cines, templos… Todo eso permanece completamente cerrado desde el inicio de la cuarentena.
También sabe que algunos supermercados y farmacias de guardia están abiertas y desde hace un par de días ella y sus compañeras descubrieron un servicio de delivery de mercado que funciona bastante bien. "Pedimos la comida y lo trajeron todo hasta la entrada de la universidad, pero tuve que entrar en la garita de los vigilantes para poder recibirlo porque bajo ninguna circunstancia abren la puerta principal", narra.
"Pedí sobre todo vegetales, frutas y yogur", recuerda. No consiguió pollo. El precio está muy bien. El envío apenas cuesta 5 yuanes, unos 7 centavos de dólar. Sahili dice que siente admiración y respeto por el Gobierno chino y por cómo está manejando el panorama. "Está demostrando una gran capacidad para lidiar con la situación".
Por su parte, la universidad ha puesto a su disposición los servicios de una estudiante (china) voluntaria a la que llaman Duty Girl, que sería algo así como "Chica de Guardia" en español. Su nombre en inglés es May, y se encarga de atender las necesidades diarias de sus compañeras.
En Venezuela, desde el 1 de febrero, el Gobierno de Nicolás Maduro ha puesto en marcha el Plan de Control Epidemiológico en aeropuertos y puertos del territorio nacional. El ministro de Salud, Carlos Alvarado, ha informado de que hasta la fecha, no se ha dado ningún caso de contagio en el país caribeño y que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) entregará al Ministerio un kit de diagnóstico de la cepa del coronavirus.
En el aeropuerto internacional de Maiquetía, el más importante del país, a apenas 40 minutos de Caracas, hay personal sanitario haciendo controles médicos a todos los pasajeros que llegan desde vuelos provenientes de Europa hayan hecho o no escala en China.
Si Venezuela está capacitada o no para atender eventuales casos de infección por el coronavirus ha sido un debate notorio los últimos días dentro del país. Por ejemplo, el presidente de la Cruz Roja de Venezuela, Mario Villarroel, declaró que no están preparados para combatir a plenitud la enfermedad.
A su vez, el médico Rafael Orihuela, profesor de Medicina Tropical en la Universidad Central de Venezuela, aseguró que Venezuela está en riesgo y en una situación de gran vulnerabilidad frente al coronavirus porque "los hospitales venezolanos están en una condición muy mala y tienen poca capacidad de respuesta inmediata", evaluó en entrevista con Sputnik.
"No contamos con el parque tecnológico moderno que se requiere para tratar a un paciente con esta enfermedad tan grave y tampoco con la cantidad de medicamentos que se necesitan para que el paciente se mantenga vivo en una unidad de terapia intensiva", sostiene.
British Airways, Turkish Airlines, Hainan Airlines, Air China, Copa Airlines, Lufthansa o Air France entre otras son solo algunos nombres propios encargados de trasladar pasajeros entre ambos destinos.
El propio canciller venezolano, Jorge Arreaza, realizó un viaje a China el 15 de enero y lo hizo en un vuelo privado de Conviasa, la compañía pública venezolana por excelencia. La Cancillería del país emitió el pasado lunes un comunicado expresando su solidaridad con el país aliado ante un nuevo brote del virus que por el momento parece estar lejos de desaparecer.