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Antonio Rodríguez Salvador, un escritor cubano que se aferra a ser profeta en su tierra

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LA HABANA (Sputnik) — Para Antonio Rodríguez Salvador el viejo mito que asegura que "nadie es profeta en su tierra" no se cumplió, y desde el centro de Cuba, a más de 400 kilómetros de la capital, ha ido hilvanando una obra literaria que hoy lo coloca como una de las voces cubanas más sobresalientes de la actual narrativa latinoamericana.

"Ciertamente, vivir en un municipio —Jatibonico, en el centro de la isla— a 400 kilómetros de las principales editoras, revistas literarias y medios de mayor alcance, es un notable hándicap para cualquier escritor; pero puesto en la disyuntiva, siempre escogí el calor familiar", comentó a Sputnik el también poeta, narrador, dramaturgo y ensayista.

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Para Rodríguez Salvador, economista de profesión, pero con un historial académico en asignaturas de humanidades en las aulas universitarias en la central provincia de Sancti Spíritus, esa lejanía sin dudas invisibiliza para muchas oportunidades; pero "quejarme o culpar a otros, jamás ha sido virus que me asalte".

"Asumo la dificultad como un desafío; manera de hallar alternativas y explotar reservas que por lo común ignoras cuando todo lo ponen en tu mano", aseveró.

© Foto : Public domainAntonio Rodríguez Salvador, escritor cubano
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Antonio Rodríguez Salvador, escritor cubano

Esa lejanía del centro neurálgico de la actividad literaria en el país, lo obligó a dedicarse a la novela y el ensayo, dos géneros que considera en extremo exigentes.

"Trabajando duro los personajes, la historia, el concepto, el lenguaje. Y sin hacer ciertas concesiones extraliterarias que, como se sabe, muchas veces abren determinadas puertas", enfatizó el escritor.

Comentó que a su favor obraron las felices circunstancias de ganar dos premios literarios en España, en 1997, con la novela Rolandos, en un momento en que había determinada ansiedad por conocer qué se estaba escribiendo en Cuba.

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"Ello me posibilitó publicar en editoriales de cierto lustre: por ejemplo, la portuguesa Caminho, donde el mismísimo [José] Saramago [1922-2010 Premio Nobel de Literatura 1998] entregaba sus originales".

"Estar en esa avanzada —agregó Rodríguez Salvador— me posibilitó también ganar traducciones, invitaciones a congresos y ferias del libro en Europa, inclusión en muy promocionadas antologías, reseñas en importantes revistas, y sobre todo que mi obra atrajera la atención de académicos en prestigiosas universidades como la Complutense y la Autónoma de Madrid, la de Granada (España), la de Pau (Francia), la Queen´s University (Canadá), la Michel de Montaigne, en Burdeos, y otras".

Crear desde lejos

"Si el tamaño de una ciudad se midiese por las personas que conoces en ella, sin dudas un 'jatiboniquense' conoce más personas en Jatibonico que un habanero en La Habana", comentó a Sputnik el escritor espirituano.

"En las grandes capitales —agregó Rodríguez Salvador— pareciera que un solo individuo camina por la calle: el transeúnte; y uno solo entra a las tiendas: el usuario, allí las vidas suelen ir por dimensiones paralelas: cada persona viaja en su ruta como por un laberinto de cristal, donde se puede ver al vecino, pero acaso distorsionado; ajeno de la intimidad. Hay algo en las grandes ciudades que difumina a las gentes; las empaña, las hermetiza; las torna extrañas para el semejante".

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"En cambio —insistió—, palabras como 'consumidor', 'pasajero', 'peatón' y demás bloques lingüísticos que cosifican al prójimo o lo reducen a un cometido, son impensables en los pueblos pequeños. Allí quien viene por la calle no es un estereotipo o una abstracción, sino Pedro, o Juan o Miguel; personas de quien conocemos hasta el último pariente de su genealogía".

De acuerdo a esta tesis de Rodríguez, "ni Buenos Aires, ni Ciudad de México, ni La Habana, podrían encarnar el espíritu de todo un continente".

"Sin embargo —enfatizó—, esto puede hacerlo el Macondo de García Márquez. "Si quieres ser universal, pinta tu aldea", recomendaba [el escritor ruso León] Tolstoi (1828-1910); un autor que, por cierto, escribió toda su obra desde Yásnaia Poliana, un remoto pueblucho a casi doscientos kilómetros de Moscú”.

"Si la quintaesencia de la novela es resultado de una poderosa reacción entre historias, mitos y personajes, entonces los pueblos pequeños son minas, algo así como el Ofir de la literatura", sentenció el intelectual cubano.

Literatura cubana actual

"Si tomamos de ejemplo La Divina Comedia, de Dante —dice—, vemos que la parte dedicada al Infierno es muy intensa, mientras que la del Paraíso es un tanto aburrida. Creo que fue [Mario] Vargas Llosa [escritor peruano] quien dijo, y cito de memoria, que la felicidad no produce gran literatura".

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Para Rodríguez Salvador, la década de 1990 fueron "terribles para la vida del cubano", pero muy fértiles para la creación literaria, y ocurrió una gran explosión creativa con destaques para el cuento y la novela, permitiendo el surgimiento de numerosos autores con propuestas muy interesantes y de notable valor existencial.

Explicó que "con naturalidad y consistencia" empezaron a abordarse temas que, hasta cierto punto, eran considerados tabú en Cuba, como la homosexualidad, la prostitución, la corrupción, la emigración, el fenómeno de la droga, la guerra de Angola.

"Si vale el oxímoron, pudiera decirse que los aprietos nos hicieron más sueltos", comentó.

"Hoy también tenemos muy buenos narradores jóvenes, técnicamente hablando; pero tengo la impresión de que muchos pierden el rumbo, y no logran contener cierta tendencia a epatar", aseguró.

Como parte del jurado de un concurso internacional de cuentos convocado por la red social Boukker, afirma haberse leído unas mil obras "a conciencia", pero "por la repetición de algunos tópicos, enseguida descubría cuando el autor era un cubano: por ejemplo, a veces sospecho que han navegado más balseros por nuestra narrativa que por el estrecho de La Florida [entre Cuba y EEUU]".

Antonio Rodríguez Salvador estará presente en la XXIX Feria Internacional del Libro de La Habana, que se inicia el próximo 6 de febrero, con su novela histórica La condición del espejo

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