Svante reconoció que su hija está mucho más feliz desde que se convirtió en activista, pero que le preocupa las cosas que ella tiene que enfrentar por su posición. El padre se mostró particularmente preocupado por "las noticias falsas, todas las cosas que la gente intenta inventar y el odio que eso genera".
Agregó, sin embargo, que la joven lidia con las críticas "increíblemente bien".
"Francamente, no sé cómo lo hace, pero se ríe la mayor parte del tiempo. Le resulta gracioso", compartió Svante Thunberg.
El padre de Greta contó que, antes de empezar a interesarse por la lucha contra el cambio climático, su hija luchó contra la depresión durante "tres o cuatro años" y que, incluso, dejó de hablar, de ir a la escuela y comenzó a negarse a comer.
Los Thunberg también buscaron ayuda de los médicos y, fue entonces, que Greta fue diagnosticada con Asperger, una forma de autismo. En los años siguientes, la familia comenzó a debatir y estudiar sobre el cambio climático, lo que llevó Greta a apasionarse por el tema y a empezar a luchar para combatir el problema.