Como una necesidad vital. Así podrían interpretarse los continuos y constantes llamados de Macron hacia todos sus socios europeos a acercarse a Rusia. Y es que para el jefe de Estado galo, como para cualquiera que mire un mapa, Rusia es Europa, y como tal, las aguas deben volver a su cauce y hacer causa común en muchos temas que afligen a ambas partes, y que a veces tienen repercusión global, como es el caso del terrorismo.
A este acelerón de final de año del inquilino del Elíseo, en su camino de hilo conductor que ha recorrido durante todo 2019, le salió al cruce un envalentonado secretario de la OTAN. Como aquellos futbolistas que cortan un ataque del equipo adversario, lanzándose contra otro jugador y llevándoselo puesto hasta fuera del terreno de juego. Jens Stoltemberg dijo entonces que le pediría explicaciones personalmente a Macron sobre qué era eso de andar diciendo que la OTAN tiene muerte cerebral.
Respecto al papel que funge Macron –prácticamente desde que asumió la presidencia de Francia– como líder, ya no sólo de la Unión Europea, sino también de Occidente en general, el columnista de Sputnik y exdirector de Euronews, Luis Rivas, opina que está claro que la opinión pública francesa no se despreocupa del papel de la política exterior francesa.
"Entre otras cosas, porque han tenido siempre ese orgullo de Francia en el exterior, de la diplomacia francesa, de creerse una potencia internacional, algo que Macron quiere recuperar después de unos años un poco más grises y sombríos bajo la presidencia de [el expresidente] François Hollande, y que los franceses en todo caso apoyan, porque son prácticos. Porque si la política exterior francesa funciona, en el fondo [significa que] es una política comercial que funciona y que sus productos serán vendidos en el exterior", concluye Luis Rivas.