La tradición de meter importantes sumas de dinero en el dulce comenzó en plena crisis en España, cuando la confitería Conrado de La Bañeza, en la provincia de León, puso 500 euros —560 dólares— en un roscón suyo. Desde entonces, el premio ha crecido cada año hasta llegar a 10.000 euros —11.000 dólares—.
Gracias a la lucrativa tradición, los dulces se venden por internet en todo el mundo y hay una gran demanda: llegan incluso hasta China. En años anteriores, la confitería ha llegado a vender alrededor de 12.000 roscones; este año, quiere superar la cifra.
Si pasados 15 días a partir del 6 de enero nadie reclama el premio, los 10.000 euros serán entregados a una ONG, según González.
Los roscones con sorpresa se venden este año del 29 de diciembre al 6 de enero, el día de los Reyes Magos, cuando en el mundo hispano se entregan los regalos. Los roscones son conocidos generalmente por contener sorpresas en su interior, como figuritas de cerámica, de plástico o un haba seca.