Entre el 9 de abril de 2019 y el 2 de marzo de 2020, los israelíes habrán votado tres veces, ante la incapacidad de sus políticos de formar un gobierno de coalición.
Pero ninguna formación obtuvo la mayoría de 61 escaños necesarios para gobernar en solitario y los esfuerzos se concentraron en crear un ejecutivo de unidad.
El proceso no llegó a buen puerto y se convocaron otras elecciones generales para el 17 de septiembre.
Las negociaciones en torno a la formación del gobierno se vieron empañadas por la acusación formal de la Fiscalía General del Estado contra el primer ministro en funciones, Benjamín Netanyahu, por fraude, cohecho y abuso de confianza en tres casos de corrupción.
"Ninguno de los bloques [derecha, más ultraderecha y partidos religiosos, ni centroderecha, más centroizquierda] obtuvo mayoría para formar gobierno tras los comicios de abril y de septiembre", indicó a Sputnik Eytan Gilboa, profesor del Centro de Begin-Sadat para Estudios Estratégicos de la Universidad de Bar-Ilan.
El analista considera que las acusaciones contra Netanyahu "imposibilitaron un gobierno de unidad nacional" porque la coalición de centroderecha Azul y Blanco no estaba dispuesta a pactar un ejecutivo encabezado por Netanyahu, aunque fuera temporalmente, en esas condiciones.
Los cargos contra Netanyahu han convulsionado el panorama político israelí y constituyen otro hecho sin precedentes: la acusación formal contra un primer ministro en pleno ejercicio de sus funciones.
La ley no le obligaba a dimitir de este cargo, pero tuvo que abandonar las cuatro carteras ministeriales que encabezaba.
A pesar de que los principales líderes políticos de Israel aseguraron que evitarían otras elecciones "costosas e innecesarias" —en palabras de Benny Gantz, líder de Azul y Blanco, rival de Netanyahu—, el pasado 11 de diciembre se acabó el plazo para formar un ejecutivo tras los comicios del 17 de septiembre y la Knéset (Parlamento israelí) se disolvió.
Las encuestas pronostican unos resultados similares a los últimos en la próxima cita electoral, el 2 de marzo de 2020.
A pesar de las acusaciones que pesan contra él, Netanyahu tiene intención de seguir al frente de su partido, el Likud, líder de la derecha israelí.
El 26 de diciembre se enfrenta a unas primarias internas, pero solo el exministro de Educación Gideon Saar tiene intención de disputarle el puesto.
Los gran mayoría de los analistas dan por sentado que Netanyahu batirá a Saar. "Creo que sus posibilidades [de Saar] son bajas. Él espera ganar, pero si lo consigue, será una sorpresa", señaló Gilboa.
"Creo que [las acusaciones] lo van a reforzar, no a debilitar y las encuestas muestran que la gente no ha cambiado su percepción respecto a Netanyahu. Puede que haya una especie de unificación de la derecha sobre el primer ministro", dijo Gilboa.
No obstante, si Netanyahu es el candidato del Likud a las elecciones generales del próximo 2 de marzo, no puede permitirse volver a fallar en la formación del gobierno.
"Ha fracasado dos veces en la creación del Ejecutivo. Si fracasara una tercera, en su partido le pedirían dimisión", opinó Gilboa.
Si los partidos políticos tampoco pactaran tras los comicios de marzo, podrían convocarse elecciones de nuevo.