Los criadores de la isla de Vancouver, en Canadá, escucharon sonidos agudos en el agua y fueron a averiguar de dónde venían. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que un águila había caído al agua y que un pulpo gigante trataba de arrastrarla hacia las profundidades.
El equipo observó la interacción durante unos cinco minutos sin estar seguro de si debía intervenir para ayudar. El criador de salmón John Ilett confesó a la CNN que tenía sus dudas sobre qué hacer en esta situación: "No estábamos seguros de si debíamos interferir porque es la madre naturaleza, la supervivencia del más apto. Pero fue desgarrador ver que a ese pulpo intentar ahogar al águila".
Al final, Ilett agarró un palo con un pequeño gancho mientras otro compañero de trabajo lo grababa. Fue capaz de aferrarse al pulpo y darle un pequeño tirón para que relajara los tentáculos, lo que le dio al águila el tiempo justo para llegar a la costa.
Estados Unidos eliminó a las águilas calvas de su lista de especies amenazadas y en peligro de extinción en 2007, pero las aves siguen protegidas por algunas leyes específicas.