Durante los cinco días de manifestaciones en las cuales, según las fuentes oficiales gubernamentales, participaron entre 120.000 y 200.000 personas, al menos 208 perdieron la vida, incluidas 13 mujeres y 12 niños, de acuerdo a las informaciones de Acnudh.
"También hay informes, que la oficina de Derechos Humanos de la ONU no ha logrado verificar por ahora, que apuntan a que el número de muertos es dos veces mayor", advirtió la diplomática.
En ese contexto, Bachelet llamó a las autoridades iraníes a una mayor transparencia.
Bachelet denunció el uso de cañones de agua, gas lacrimógeno y hasta municiones contra los manifestantes iraníes.
"También recibimos vídeos donde las fuerzas de seguridad disparan contra manifestantes desarmados por detrás mientras escapan, y disparan a otros, directamente en la cara y órganos vitales, es decir, disparan para matar", afirmó.
Además, se mostró preocupada por las condiciones de arresto de al menos 7.000 personas detenidas desde el 15 de noviembre y las denuncias de intimidación a periodistas que buscaban cubrir las protestas.
Bachelet instó a las autoridades iraníes a "liberar inmediatamente a los manifestantes a quienes se les privó de la libertad de manera arbitraria, garantizarles el derecho al debido proceso, incluido el acceso al abogado que elijan".
Las manifestaciones en Irán estallaron después de que el Gobierno anunciara el pasado 15 de noviembre la decisión de racionar la gasolina y aumentar su precio.
Algunas protestas fueron pacíficas mientras que otras se volvieron violentas y causaron muertos tanto entre los participantes en los desórdenes como entre las fuerzas del orden.
El presidente de Irán, Hasán Rohaní, declaró que los disturbios fueron orquestados por EEUU e Israel con el fin de minar la seguridad de Irán.