La situación actual en Chile es muy parecida a la de la Venezuela saudita de 1989: una élite gobernante desconectada de la realidad, impregnados de una ideología foránea.
La rebelión popular no tuvo un liderazgo, una conducción. El venezolano de aquel entonces estaba inerme: la TV, el hambre y la falta de medios de comunicación alternativos lo obnubilaron, fue fácil pero catastrófico para CAP aniquilar a 1.000 (según cifras conservadoras) compatriotas y escabullirse entre el manto de la alcahuetería del sistema imperante.
La muerte se adueñó de las principales ciudades de Venezuela. En Caracas, por ejemplo, se habilitó en el Cementerio General del Sur una zona tristemente conocida como La Peste, donde depositaron cientos de cadáveres producto de la represión. Sí, eso pasó y nada dijo la OEA, George Bush, mucho menos la CNN ni nadie de aquel mundo unipolar y servil.
La estrategia electoral que ofreció Hugo Chávez en 1998 no fue otra que refundar la República a través de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), la cual convocó el mismo día que asumió como presidente.
Es importante destacar que la Constitución venezolana de 1961, así como la Constitución actual de Chile, no establece la figura de la ANC, sino de la Reforma Constitucional. Si en aquel entonces Chávez hubiese tomado el camino reformista, con un Congreso atestado de políticos contrarios al proyecto, las demandas estructurales se hubiesen esfumado en bizantinos debates, como de hecho es la estrategia de la oligarquía chilena en la actualidad.
Sin embargo, hubo diatribas con las instituciones constituidas, siendo la misma Corte Suprema de Justicia la que declaró la supra constitucionalidad de la ANC. Esto abrió las compuertas para refundar la República y redactar el proyecto de Constitución que fue aprobado mediante referéndum en diciembre de 1999, es decir, en ese año hubo tres elecciones de carácter nacional en Venezuela, extraña dictadura que se ha sometido a 25 sufragios en 20 años de gestión.
Vergüenza y rabia siente la humanidad al ver cómo reprimen de manera salvaje al pueblo de Chile; no obstante, encontrará su rumbo para dirigirse de manera sabia a mejores destinos y que los dirijan personas de verdad y no bestias atávicas, salidas de la peor y más deprimente película de terror.