La canonización de Eva Duarte de Perón (1919-1952) es un viejo anhelo de los obreros argentinos, que por la intensa tradición católica del país y la afinidad hacia la figura del papa Francisco, mantienen una cercanía particular con las autoridades de la Iglesia Católica.
En efecto, la Confederación General del Trabajo había hecho su primer pedido al Vaticano. Aprovechando que en 2019 se cumplieron 100 años del nacimiento de 'Evita', como era conocida, la central sindical hizo pública su intención de que la líder peronista sea declarada santa.
Para los trabajadores, Eva Perón es la "síntesis de una profunda fe en su Pueblo y en Dios que a cien años de su nacimiento continúa estando en el corazón popular y en los altares del pueblo humilde junto a la Virgen María".
El 30 de octubre, la CGT oficializó su intención con una carta al cardenal argentino Mario Poli, titular de la Arquidiócesis de Buenos Aires, en la que le solicitan que se inicie el trámite para la beatificación.
Los trabajadores piden que la Iglesia Católica "acompañe el sentir popular y la coloque en los altares oficiales para felicidad de nuestros fieles y santos".
"El renacimiento de la Argentina está cifrado en la recuperación de las fuentes espirituales de la nacionalidad. Y circunstancias únicas nos vuelven a dar esa oportunidad. El pontificado de Francisco puede alumbrar un camino, si estamos dispuestos a andar las huellas que dejaron nuestros mejores hombres y mujeres", señalan.
¿Qué tiene que cumplir Eva Perón para ser beatificada?
La Iglesia Católica, a través de su Congregación para las Causas de los Santos, establece una serie de requisitos para que personas fallecidas obtengan los diferentes grados de distinción previstos por la Iglesia Católica para esas personas que, por sus acciones y su fidelidad, llevan consigo "el poder del espíritu de santidad".
El segundo paso es más largo y consta de cinco etapas. Primero, un tribunal analiza la vida del siervo de Dios e interroga a las personas que puedan haber conocido en vida al candidato. En una segunda instancia, una comisión estudia los escritos que haya dejado el siervo de Dios, ya con una perspectiva más ortodoxa.
Los elementos recabados en estos dos primeros pasos son recogidos luego por un relator del proceso, designado por la Congregación para las Causas de los Santos. El informe, denominado 'Positivo', contiene los elementos que podrían ameritar la beatificación. En un cuarto paso, ese documento es sometido a discusión por parte de una Comisión de Teólogos. Su conclusión, a su vez, vuelve a ser discutida por la Congregación.
La etapa culmina con un quinto paso, cuando el propio Papa firma un Decreto de Heroicidad de Virtudes, convirtiendo al siervo de Dios en 'venerable'.
El estudio es analizado luego por un grupo de teólogos y más tarde por un cardenal, que resulta encargado de exponer el caso al resto de la Congregación para las Causas de los Santos. Si la Congregación considera que efectivamente hubo un milagro, redacta un decreto de beatificación y lo eleva al Papa.
Si el Sumo Pontífice está de acuerdo, firma el decreto y fija una fecha para la ceremonia de beatificación.
Ya con el título de beato, el proceso hacia la canonización continúa, ahora con la exigencia de un segundo milagro demostrado. Para que sea considerado, el presunto segundo milagro debe ser posterior a la beatificación.
Si se comprueba un segundo milagro, el Papa aprueba la canonización, lo comunica a sus cardenales y convoca a una ceremonia.