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Música tradicional mexicana llega a Bellas Artes con histórico Ballet Folklórico

CC BY-SA 4.0 / Jordan Villalobos / Ballet Folklórico de MéxicoBallet Folklórico de México
Ballet Folklórico de México - Sputnik Mundo
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CIUDAD DE MÉXICO (Sputnik) — Los máximos exponentes del "son jarocho", música tradicional de las costas del sureste de México, llegarán al Palacio de Bellas Artes en una gala organizada con el histórico Grupo Mono Blanco, acompañados del reconocido Ballet Folklórico de Amalia Hernández, dijo el fundador de la agrupación musical, Gilberto Gutiérrez.
"Esta colaboración no ha sido la única y será parte de otra más en las que el Ballet Folklórico de Amalia Hernández busca involucrar a artistas de alto nivel, para que sumen calidad artística a sus espectáculos coreográficos", dijo el músico que preparó la presentación que se estrenará el 30 de octubre.

A 42 años de la fundación del grupo musical "ha sido un largo tiempo para que la fortuna de la tradición haya cambiado mucho, hemos conseguido revertir la tendencia negativa para rescatar la verdadera esencia del son jarocho", la música de la región sureste de las sierras del estado de Veracruz, que se recuestan sobre las costas del Golfo de México.

Bailarina del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández durante una presentación en el Palacio de Bellas Artes. - Sputnik Mundo
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Lo más importancia de la fiesta que le dio origen a esa música de arpas y guitarras, acompañadas del rítmico zapateado de tacones, "es la recuperación del fandango, y que los jóvenes regresen a esas fiestas populares", explica Gutiérrez.

El conocimiento de esa singular música mexicana, cuyo orígenes se remontan a las mixturas de tradiciones africanas, prehispánicas y coloniales españolas en el siglo XVIII "se ha extendido por ciudades latinas de EEUU, de Los Ángeles a Nueva York, y se extiende a públicos europeos de Alemania, Francia, España, incluso a países de Sudamérica y hasta existe una célula que viaja por Asia", relató el historiador de la música.

A diferencia de otros tiempos, cuando los "jarochos" llegaron a la radio, la televisión y las películas de la Época de Oro del cine mexicano, con una imagen prefabricada, "esta vez salen al mundo del fandango, donde ocurre auténtica convivencia de varias generaciones, razas y distintos sectores sociales, con participación de todo el mundo que conoce muy bien sus reglas", explica el director musical.

El "fandango" es una fiesta con música de "son jarocho" como se le conoce en este país, "que surge con una connotación ritual, en la que se reúnen la comunidades sobre una tarima, que es un gran instrumento de percusión para zapatear y responderse coplas en dos grupos con sus propias historias orales".

Allí llegan los músicos, bailadores y cantadores, "entre quienes el oficio de cantador es el centro de la fiesta, por sus repertorios de coplas inmensas en la cabeza, que no repiten nunca durante muchas noches", describe Gutiérrez.

Complas de pájaros y viejos poetas

La fiesta del fandango alcanza su plenitud cuando llegan los duelos de versos, las rimas de los jaraneros, que acompañan con instrumentos de cuerdas descendientes de la guitarra barroca española, la jarana.

"Como las coplas de pájaros, que son metáforas de las vidas de los seres humanos, recuperamos la vida en el campo, en los caseríos, de las familias se reunían por un velorio, un cumpleaños, un bautizo, o festividades ligadas al calendario religioso", explica el historiador musical.

Las coplas también son recuperaciones de versos de poetas del Siglo de Oro español, hasta el siglo XIX mexicano.

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La versatilidad y universalidad contemporánea también le permitió a los jaraneros ser catalogados como "World Music", con sus versiones de La Guacamaya, El Toro Zacamandú y Chuchumbé.

Gutiérrez, considerado durante décadas "embajador musical de la cultura mexicana" hacia el mundo, eligió estas fechas para su espectáculo para coincidir con las festividades del Día de Muertos, una de las mayores en el calendario nacional.

Además de las influencias españolas y africanas en las percusiones y taconeos, la música jarocha tiene en su matriz raíces culturales prehispánicas.

El nombre de Mono Blanco del grupo fundado en 1977, que tiene talleres permanentes de zapateado y fabricación de instrumentos, procede de "una deidad del mundo prehispánico de los pueblos popolucas y nahuas de la sierra de Santa Marta, en el sur de Veracruz", prosigue el artista.

El incansable difusor de la música popular, conocida también por los vistosos atuendos blancos de sus bailadores y bailadoras, con reminiscencias gitanas, advierte que este espectáculo en el mayor recinto de la cultura, el palacio de Bellas Artes "no quiere decir que la tradición esté a salvo, con una generación que se descuide basta para que las cosas comiencen a marchar mal".

Actualmente hay muchos grupos de jóvenes que trabajan recuperando las raíces de la música del fandango, desde Veracruz y el centro del país a Querétaro y Mexicali, en la frontera con EEUU.

"Durante más de 30 años nos dedicamos a desarrollar un público para conciertos, viajando a cualquier lugar del mundo en que nos inviten para distintos festivales", relata el promotor cultural.

Para mantener contacto con las comunidades que viven la tradición, el grupo participa en la "mayordomía de la Virgen de Guadalupe en las congregaciones de Santiago Tuxtla, Veracruz, de la que se han hecho réplicas con diferentes características, por toda la Región Jarocha que se llama Sotavento", explica.

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Esa zona está enclavada en la reserva de la biósfera de Los Tuxtlas, una de las más grandes y últimas reservas de selva húmeda en este país, en la sierra de ese nombre que emerge abruptamente desde el fondo del lecho del sur del Golfo de México.

La connotación histórica del fandango hunde sus raíces en tradiciones africanas y prehispánicas tan profundas que "en los pueblos de Veracruz se han encontrado registros en las crónicas de principios del siglo XVIII".

En la actualidad, esa tradición se extiende con sones nuevos y música que ya no es el son clásico.

"Ahora nuestra música se mezcla con otros ritmos de son, fusionados con músicos de otras tradiciones, hasta llegar a la integración con grupos profesionales" como el mencionado ballet folclórico de Amalia Hernández

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Los conciertos de fandango se han consolidad en el estado de California, suroeste de EEUU, con escenografías mezcladas con danza contemporánea.

"Este rescate de la música mexicana ahora es un lugar de encuentro en forja del México futuro que está en marcha, donde políticamente delineamos el país del siglo XXI", puntualizó Gutiérrez.

Para la escenografía participaron el compositor Ramón Noble, al etnomusicólogo Raúl Hellmer y el director de orquesta Armando Zayas.

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