"El homenaje público al dictador era más que un anacronismo y una anomalía, era un agravio para la democracia española y ponerle fin era un deber para las generaciones que no vivieron bajo el trauma de la Guerra Civil y del franquismo", dijo Sánchez.
Sánchez recordó que el Valle de los Caídos, donde Franco se encontraba enterrado desde 1975, es "un mausoleo construido por la dictadura, durante la dictadura, y a mayor gloria de la dictadura".
Por ello, se congratuló de una exhumación que "pone fin a una afrenta moral como lo es la exaltación de un dictador en un espacio público".
Asimismo, Sánchez celebró la exhumación como una forma de proyectar una imagen democrática al mundo.
En su comparecencia Sánchez recordó que la decisión de exhumar al dictador da cumplimiento a las recomendaciones expresadas durante años por organismos como Naciones Unidas y, además, recalcó que el proceso cuenta con el aval democrático de los tres poderes del Estado.
"Esta decisión cumple con un mandato del Parlamento, con una sentencia del Tribunal Supremo y con una promesa del Gobierno", subrayó.
Además de congratularse de la exhumación, Sánchez aprovechó la ocasión para anunciar que su intención es ir más allá y afrontar algunas de las deudas pendientes de España en materia de memoria histórica.
"Esto es una infamia que más tarde que pronto deberá ser reparada, como deberá serlo el que aún hoy existan miles de fosas repartidas por nuestra geografía", señaló.
A su modo de ver, el país sigue teniendo una cuenta pendiente con las víctimas del franquismo porque la España actual "es fruto del perdón" pero "no puede ser fruto del olvido".