Buques militares, rompehielos y submarinos: ¿qué más se esconde en el fondo del Báltico? (fotos, vídeo)

© Foto : Timur AjmedziánovCazadores de naufragios del equipo Red Ship
Cazadores de naufragios del equipo Red Ship - Sputnik Mundo
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El mar Báltico no solo es rico en yacimientos de ámbar. También esconde muchos más objetos de interés, como naves militares de la Primera y Segunda Guerra Mundial. 

Sputnik conversó con el cazador de naufragios —el llamado wreck diver— Timur Ajmedziánov, del equipo Red Ship de Kaliningrado, acerca de qué más oculta el fondo del mar Báltico.

"La mayoría de los objetos la descubrimos a las afueras del cabo Tarán y de la ciudad de Baltisk", declaró el buzo. Subrayó que "en general, se trata de las naves hundidas durante el asedio de Konigsberg y Pillau (los nombres antiguos de Kaliningrado y Baltisk)".

El submarinista agregó que cuatro buques militares —dos de ellos alemanes— gozan de una gran popularidad entre los buceadores de naufragios, pero que la nave más visitada es el buque militar alemán Drache, que se ha conservado muy bien y cuenta con anclas, cañones y mecanismos de puntería que todavía funcionan.

Submarinos, rompehielos y blancos militares

Hay muchos más objetos en el fondo marino. Sin embargo, no todos han sido examinados por los buzos, afirmó Ajmedziánov.

"Por ejemplo, hay un submarino al que solo pudimos acercarnos una vez. Se ubica en la denominada profundidad técnica de 65 metros, y esto requiere un equipamiento y una capacitación especiales. Cerca de la costa, también hay un rompehielos en posición horizontal, y es una nave grande y hermosa que se está destruyendo rápidamente", reveló.

A veces, los buzos de naufragios también se topan con los buques hundidos a propósito durante maniobras navales.  

"A las afueras del cabo Tarán, se puede ver un buque muy hermoso —probablemente un antiguo pesquero— del que sacaron todos los tornos y anclas. Por lo visto, fue preparado para el hundimiento", explicó el buceador ruso.

© Foto : Timur AjmedziánovTimur Ajmedziánov, cazador de naufragios del equipo Red Ship
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Timur Ajmedziánov, cazador de naufragios del equipo Red Ship

Ajmedziánov señaló que es muy difícil encontrar un buque hundido. Pese a que el año pasado, su equipo no descubrió ni una sola nave, este año tuvo la suerte de hallar cuatro buques hundidos. Entre ellos, una barcaza "bastante moderna", además de un buque de madera "presuntamente construido antes de 1900".

"No tiene partes de metal. No hay nada escrito en sus bordes. Tendremos suerte si logramos identificarlo", indicó.

Encontrar e identificar

Los buceadores de naufragios tratan de estar al tanto de la historia de los buques encontrados, ya que esto a veces les ayuda a orientarse mejor bajo el agua.

"Por ejemplo, cuando hace varios años encontramos una placa de metal de una nave de madera muy deteriorada, nos pusimos en contacto con los archivos alemanes y logramos averiguar a través del nombre del astillero y del número [de placa] que se trataba del buque comercial Velox, fabricado en 1883 y hundido en 1913 por una mina marina", contó el buceador ruso. Ajmedziánov agregó que su equipo hasta consiguió encontrar una foto de la nave, aunque admitió que se trata de un "golpe de suerte".

© Foto : Timur AjmedziánovCazadores de naufragios del equipo Red Ship
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Cazadores de naufragios del equipo Red Ship

Según explicó el buceador, no es tan fácil encontrar distintivos para identificar un buque, ya que el mar siempre es diferente: "A veces cubre el objeto con la arena, a veces lo revela cuando menos lo esperas". 

El buzo agregó que las olas mueven los restos del barco, que son "muy ligeros y se mezclan fácilmente".

Asimismo, admitió que en el Báltico no siempre es posible ver claramente los objetos situados en el fondo.

¿Por qué los militares se niegan a ayudar a los buceadores?

Para encontrar más tesoros submarinos, los buceadores necesitan la ayuda de los informadores.

"Por ejemplo, en Polonia, hay 100 veces más embarcaciones halladas. Pero Pillau (Baltisk) era una ciudad militar por la que pasaban varias vías marítimas, así que debe de haber muchos objetos a sus afueras. Pero los militares no nos proporcionan esa información. Solo los pescadores, si han tenido tiempo para ver algo, comparten su información con nosotros", señaló Ajmedziánov.

Por su parte, los buceadores comparten la información acerca de los hallazgos con el Museo del Océano Mundial, y a veces hasta ayudan a ampliar su colección.

"Recuperamos del fondo una cuaderna —una parte del navío— de madera de uno de los buques y la donamos al museo, donde fue conservada para evitar la destrucción. De lo contrario, todo se pudre y se convierte en serrín. Pero en el museo se examinará y se podrá determinar la edad de la nave. Y luego, se convertirá en una pieza de museo", destacó. 

Todavía sin rastro de tesoros ni esqueletos

Pese a que lo primero que nos viene a la mente cuando pensamos en los cazadores de tesoros son cajas llenas de monedas de oro y plata, en realidad no son tan fáciles de encontrar.

"No olviden que todo es diferente en las profundidades: bajo la influencia del agua y de las tormentas todo se empieza a destruir y es muy difícil encontrar artefactos valiosos bien conservados", admitió Ajmedziánov. El buceador agregó que su equipo tampoco encontró esqueletos o huesos humanos.

"Una vez vimos unas botas con cordones atados. Probablemente, si hubo un cuerpo, se lo comieron los peces u ocurrió algo más. En cualquier caso, tratamos de no tocar ese tipo de cosas. Primero, porque es desagradable, segundo, ¿por qué molestarlos?", se preguntó.

Riesgos y restricciones

El buceo de naufragios conlleva ciertos riesgos, afirmó Ajmedziánov. Por ejemplo, el agua del Báltico es bastante fría: tiene una temperatura promedio de tan solo 15 grados, y en los meses helados cae hasta los 2 grados. Además, el mar es totalmente impredecible: durante la inmersión, el agua en el fondo puede estar tranquila mientras que en la superficie se puede estar formando una tormenta. Pero lo más peligroso es que las construcciones antiguas pueden derrumbarse en algún momento, ya que las tormentas cambian mucho la apariencia de los buques: rompen cubiertas y lanzan objetos enormes, como si fueran plumas en el viento.

© Foto : Timur AjmedziánovEl 'wreck diver' ruso Timur Ajmedziánov (dcha.)
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El 'wreck diver' ruso Timur Ajmedziánov (dcha.)

"Es necesario tener mucho cuidado y seguir ciertas reglas. No se puede entrar en el buque, ya que existe el riesgo de no poder salir", admitió el experto. 

El buceador agregó que los buzos no deben llevar consigo objetos colgantes como cámaras o linternas capaces de engancharse con algo bajo el agua.

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"Asimismo, es necesaria la presencia de un compañero", explicó Ajmedziánov.

En cuanto a los posibles riesgos para la salud, indicó que los buceadores pueden usar cámaras hiperbáricas para aliviar los síntomas del síndrome de descompresión.

"Los militares de Kaliningrado cuentan con dichas cámaras, pero, afortunadamente, todavía no nos dirigimos a ellos. Además, como dije, tratamos de no sumergirnos en las profundidades técnicas", afirmó el experto, quien agregó que "hay mucho que ver" en aguas menos profundas, de hasta 40 metros de profundidad.

"Esta es la razón por la que los 'wrecks' más profundos —que se encuentran a unos 60, 70 o 80 metros— aún son poco conocidos. Es necesario prepararse muy bien para realizar una inmersión", concluyó. 
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