"La música de Pará (norte) básicamente tiene su origen en el suelo; es el negro, el indio, el caboclo (mestizo), el pueblo ribereño… toda esa mezcla absorbió música que vino por mar y por los ríos: la música andina, la música de las Antillas, del Caribe, de Europa… Siempre recibimos muy bien todas las influencias", comentó en una entrevista con Sputnik uno de los iconos de la región, Fafá de Belém, acompañada de Dona Onete, Gaby Amarantos, Jaloo y Lucas Estrela.
El carimbó es el género musical central, del que parten todas las variantes: se llama así por el tambor "curimbó", y normalmente se acompaña de maracas y banjo; nació como ritmo y danza indígena, pero enseguida absorbió influencias de la cultura negra.
Pasó de estar prohibido por el Gobierno en Belém, la capital de Pará, en 1880, a ser reconocido como patrimonio cultural inmaterial de Brasil en 2014.
Tras mucho tiempo relegado al segmento del folclore regional, desde hace unos años cuenta con una representante de peso que ha llevado el ritmo por todo Brasil y lo ha acercado a un público joven, urbano, y moderno: Dona Onete.
Onete, de 80 años y a quien un periodista local bautizó como "la Cesaria Évora de la Amazonía", empezó su carrera musical hace apenas siete años; siempre trabajó como profesora de historia, aunque en ese tiempo llegó a escribir más de 300 canciones, la mayoría con letras ligeras, divertidas y con "un toque de pimienta", como le gusta decir.
"Yo estoy aquí en mi esquina observando todo, sabiendo que si Dios nos mandó aquí vamos a llegar con mucha humildad para decir que la música de Pará vino y gustó", decía poco antes de subir al escenario del Rock in Río, donde cantó sentada en un trono de mimbre, reverenciada por el resto de artistas.
Dona Onete es la veterana de esta "nueva" hornada de músicos paraenses, pero no la pionera: ese título lo carga Fafá de Belém, que lanzó su carrera a mediados de los 70 y chocó con la incomprensión de la crítica cuando empezó a incluir en su repertorio géneros locales y con raíces amazónicas, como el carimbó, el siriá, el brega o la guarania.
"Yo sufrí mucho más prejuicios por venir del norte que por ser mujer, era como si no perteneciésemos a Brasil; todo el mundo habla de la Amazonía pero es como si fuésemos un territorio aislado", comenta Fafá.
Gaby Amarantos, una de las artistas más jóvenes que son sus admiradoras, resalta: "Fafá vino con el cuchillo en los dientes, mujeres como ella pavimentaron el camino para que nosotros pasemos más tranquilos, casi que desfilando".
Amarantos se crio en la periferia de Belém, la tierra del "aparelhagem"; discotecas donde todo el protagonismo lo tienen enormes equipos de sonido (en ocasiones, con estructuras con forma de animales) acompañados de cañones de luz, confeti y pirotecnia, un delirio electrónico-tropical.
Todo se acompaña con el "treme", un baile frenético que consiste en agitar los hombros y la cabeza (tremer, en portugués, significa temblar).
La cantante, de poderosa voz grave, reconoce que su extravagancia tiene que ver con todas esas referencias.
"Mi identidad visual está muy construida a través del "aparelhagem", el color, la luz, pero también me inspiro mucho en el pueblo indígena y en la exuberancia de la selva, en esos árboles voluptuosos… En la Amazonía todo es más grande, todo crece más, nos gusta la grandeza, somos voluptuosos por naturaleza", subraya.
Tras la eclosión nacional de Amarantos en los 2000, en los últimos años surgieron otros artistas paraenses, como Jaloo, más bien en el ámbito del "indie" electrónico, o Lucas Estrela, un joven renovador del género de la guitarrada.
Pero la lista de artistas de la Amazonía musical brasileña es muy larga, e incluye a Felipe Cordeiro, Luê, Félix Robatto, Keila Gentil, Strobo, Uaná System o Liona Vingativa, entre otros.