Los españoles de izquierda, por encima de militancia partidaria, recibieron en la noche del 17 de septiembre la peor noticia que podían imaginar. Pedro Sánchez, el socialista que encabeza el gabinete en funciones, apareció en televisión para confirmar que no habrá gobierno de izquierda. Se ponía así fin a cinco meses de negociaciones llevadas a cabo más a través de los medios de comunicación que en reuniones entre partidos.
PSOE y Unidas Podemos no se han puesto de acuerdo en cinco meses, con verano y vacaciones de por medio, que la mayoría de los comentaristas políticos y la ciudadanía en general ha interpretado como una partida de ajedrez político sin el ánimo final de llegar a acuerdos concretos.
Sánchez: todos culpables, menos yo
Del "gobierno de colaboración" ofrecido por los socialistas, se pasó al gobierno de coalición que, a última hora y después de haberlo rechazado una vez, UP aceptó en una pirueta que ponía en evidencia el absurdo juego entre los dos partidos de la izquierda española.
Pedro Sánchez no tardó ni un segundo en acusar a Unidas Podemos de frustrar un gobierno "progresista", acusándoles de irresponsabilidad. UP fue la primera fuerza acusada por Sánchez, pero no olvidó a los partidos de centroderecha, Ciudadanos y Partido Popular, a los que también culpó de su propio fracaso achacándoles su "falta de patriotismo" por no permitirle la investidura.
Se acusa ahora abiertamente a Sánchez de estar interesado desde el principio en una repetición de las elecciones. Los 123 escaños le parecían poco para gobernar; no quería estar obligado a pactar cada medida y estaba convencido de que el 10 de noviembre su partido obtendrá un mejor resultado que el 28 de abril. Las encuestas, antes del fracaso de las negociaciones, parecían darle la razón, pero los nuevos sondeos de opinión deberán reflejar ahora el enfado de los votantes de izquierdas - tanto con el PSOE como con UP – y ese "cabreo", palabra muy utilizada estas últimas horas, puede llevar a una abstención que frustre los sueños de Pedro Sánchez.
Peligro en las urnas para Podemos
Los socialistas están pues ya en campaña electoral. Atacar a Pablo Iglesias y a su formación será uno de sus objetivos prioritarios. De la colaboración para "llevar adelante medidas progresistas" van a pasar a intentar robarles apoyos en las urnas para consolidar su posición de primer partido de la izquierda y dejar a UP como un eventual y simple 'junior partner'. Les acusarán de haber malogrado un gobierno de izquierda por un puñado de sillones en el gabinete. Los sociólogos a sueldo del PSOE estiman que Unidas Podemos seguirá perdiendo fuelle en las urnas.
Una vez dado por muerto un acuerdo con Unidas Podemos, Sánchez pidió a Ciudadanos y al Partido Popular una "abstención técnica" que le facilitase la investidura, consciente de que la respuesta sería negativa. La pirueta de Ciudadanos ofreciendo no obstaculizar los deseos de Sánchez a cambio de condiciones inasumibles para los socialistas animó las últimas horas para ayudar a UP a desempolvar un mensaje que siempre ha utilizado en los momentos de mayor distanciamiento con el PSOE: los socialistas, lo que de verdad desean, es pactar un acuerdo con los centristas de Ciudadanos.
La opción de centroizquierda
Aireado por la izquierda como el pacto favorito del mundo financiero y empresarial, un acuerdo postelectoral entre PSOE y Ciudadanos hubiera sido posible, en cuanto a números se refiere, con los resultados de las últimas elecciones. Pero Albert Rivera, presidente de C"s prefirió intentar erigirse en el líder de la derecha antes que apoyar un gobierno de centroizquierda. Fracasó en su empeño y, además, ha provocado la estampida de muchas de las figuras históricas de su propio partido, que no entendieron su postura. Todo volverá a ser posible dependiendo de los resultados de noviembre.
Cuatro años han bastado también para que los españoles hayan perdido la ilusión en la proliferación de opciones políticas. Muchos añoran ya el bipartidismo que, al menos, daba nacimiento a gobiernos durables.