El 9 de septiembre de 1999, la tranquila calle Guriánov en el sureste de Moscú se convirtió en un escenario de dolor y tragedia. En las primeras horas del día, una explosión dejó completamente destruidos dos bloques de un edificio de nueve pisos.
El atentado terrorista arrebató la vida a 100 personas y dejó heridas a otras 690. El impacto de la explosión fue tan fuerte que afectó incluso a las construcciones vecinas, haciendo que, posteriormente, fuera necesario demoler dos edificios en los alrededores.
El 13 de septiembre fue declarado día de luto nacional. Ese mismo día, sin embargo, a las cinco de la mañana ocurrió una segunda explosión, esta vez, en la carretera de Kashira, a unos 20 kilómetros del lugar del primer atentado. Un edificio de ocho pisos quedó completamente destruido, 124 de sus residentes fallecieron y siete resultaron heridos.
Días antes del primer atentado, el 4 de septiembre, un camión con explosivos hizo volar dos bloques de un edificio en la ciudad de Buinaksk, al sur de Rusia, que se robó la vida de 64 personas y dejó heridas a otras 146. Un ataque similar tuvo lugar el 16 de septiembre, en la localidad de Volgodonsk, en la parte oeste del país, que dejó a otros 19 muertos y 89 heridos.
La investigación oficial de los sucesos concluyó que los ataques fueron organizados y financiados por Ibn Jattab y Abu Umar, líderes de un grupo armado terrorista checheno, y llevados a cabo por personas contratadas por ellos. Los organizadores y los perpetradores de los atentados fueron condenados o liquidados durante operaciones especiales de las autoridades competentes.