En entrevista con Notimex, a las afueras del Palacio Municipal de Ecatepec, Mosso Rendón compartió que después de cuatro años de haber perdido a su hija Karen y a su pequeño Erik, no ha podido trabajar más.
"Se me acabaron las recetas mágicas, ya no le encuentro sentido a nada y no sé, quiero seguir viviendo; sin embargo, en los colectivos femeninos he encontrado un aliciente", comentó.
La fecha del 5 de agosto quedó grabada en su mente. "No quiero recordarla. Pero ahora mi dolor ya no es solo mío, lo comparto con otras madres que están sufriendo igual que yo, y con aquellas que están llegado a ser una cifra más de las estadísticas", expresó.
Indicó que conforme pasa el tiempo su vida se vuelve un reclamo constante a las autoridades, porque no hay resultados contundentes. "Incluso, cada vez que voy a dormir ya no sé si quiero amanecer y seguir viva, ya no me importa si es de noche o de día", expuso.
Solo a través del grupo de familiares de otras víctimas, es que les encuentra sentido a sus días, porque comparte su dolor y asume el dolor de las demás. "Veo que no soy la única en este mundo que ha perdido hijos, cada día hay nuevas madres que necesitan ayuda para llevar el sufrimiento".
Son mamás que se vuelven parte de las cifras. "Entre nosotras nos abrazamos y nos damos ánimo para no dejar de exigir justicia y realizar reclamos, porque a las autoridades no les interesa nuestro dolor, les parece que los sentimientos y emociones son desechables", señaló.
En el marco del encuentro de colectivos femeninos y autoridades de Ecatepec para erradicar la violencia de género, Mosso Rendón dijo que "el amor de una madre es incondicional, estén o no, pero cuando sabes que los asesinaron más te aferras a su memoria y no aceptas su ausencia".
Un informe estimó que hay unas 20.000 víctimas de prostitución en el país menores de edad #Infanciahttps://t.co/TsnnZE2IXB
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) May 19, 2019
"Queremos pensar que no todos los funcionarios son indolentes, porque también son padres, son hijos, que tienen hermanas y tienen madre, pero la mayoría son fríos, que no se inmutan ante el dolor ajeno, porque solo obedecen a órdenes y números", agregó.
Antes trabajaba como cocinera, actividad que amaba, porque inventaba platillos para sus hijos, empezó a cocinar en una guardería, luego en un comedor público y por último en un restaurante pequeño. "Tengo la intención de hacer un platillo, pero de repente me atrapa el vacío y termino imposibilitada de hacerlo".
Por último, Sacrisanta externó su preocupación por los jóvenes que han sustituido el amor y el cariño de la familia y de los papás por las redes sociales y los juegos de vídeo. "Los jóvenes necesitan atención para evitar que su soledad los empuje a lo ilícito", finalizó.