El día a día para las pequeñas y medianas empresas se ha vuelto un desafío por la supervivencia. El mercado interno está paralizado: Argentina tiene expectativas de inflación para 2019 superiores al 50% y sufrió una nueva megadevaluación del peso del 30% hace unas semanas en un contexto que ya era preocupante.
"Tenías gente con presupuesto en dólares queriendo saldar una obra en pesos con el cambio a 46 del viernes cuando el lunes había despertado el dólar a 63. Y en segunda instancia, todo aquel que venía próximo a efectuar una compra quedó en stand by, mucha gente pospuso las inversiones y muchas se cayeron directamente", contó el arquitecto a Sputnik.
Rubros dolarizados y paralizados
Con un mercado dolarizado en un escenario de inestabilidad cambiaria, el rubro de la construcción, tanto de viviendas como de infraestructura, es uno de los más golpeados por la crisis que se vive en Argentina desde el segundo trimestre de 2018.
El año pasado, el sector llegó a mostrar una caída interanual en diciembre de 20,5% y el acumulado negativo de 2019 hasta julio es de 8,3%, según el último informe disponible del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
"Venimos de crisis en crisis. Los últimos años de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner fueron malos pero todo lo que vino después fue peor. La construcción en los últimos cuatro años ha decrecido un 60%. Es una situación muy preocupante", dijo Miguel Ángel, quien también es representante gremial en la provincia de Buenos Aires.
"Por un lado, baja la venta, y por otro, con esto de que no hay precios de referencia, se generan algunas operaciones atípicas. Viene gente que quiere congelar precios, comprar al valor de hoy antes de que siga aumentando pero para retirar dentro de un año", contó a Sputnik Marcelo, dueño de una empresa familiar donde trabajan 10 personas, incluidos sus dos hijos, dedicada a la fabricación de muebles y juguetes, en la provincia de Jujuy.
Competitividad y crisis de financiamiento
Las consecuencias de una devaluación afectan fuertemente a la industria de la manufactura nacional. Con insumos importados y precios en dólares, merma en el consumo y dificultades para financiarse, el sector acumula 14 meses de caídas consecutivas desde mayo de 2018 y en los primeros seis meses de 2019 se contrajo 9,4%.
Se calcula que se han perdido casi 150.000 puestos de trabajo industriales formales desde 2015 y que al finalizar los cuatro años de la gestión del presidente Mauricio Macri se habrá acumulado un 17% de caída en la producción local.
"Un problema muy grave es la falta de financiamiento. El que hoy se equivoca y no le alcanza la plata se va a la quiebra, pierde la empresa. No hay margen de error", se quejó Marcelo, y aseguró que no es que la industria no sea competitiva sino que el problema es el contexto: "En un escenario ineficiente, todos somos ineficientes", sentenció.
Las devaluaciones afectan el cobro diferido por la diferencia entre precios de referencia y los giros al descubierto tienen penalidades insostenibles, lo cual provoca tensiones en las cadenas de pago y las empresas se ven en la disyuntiva de demorar salarios o endeudarse.
Las pymes ante un futuro incierto
A la recesión ya instalada por la caída del consumo y la actividad económica, el aumento de gastos y costos y la ausencia de créditos para el sector productivo también se suma una grave presión fiscal con la que cargan los productores que trabajan en la formalidad. No faltan los referentes que demandan leyes que hagan menos riesgoso para el empleador contratar personal.
"No hay una política definida para fomentar la compra-venta de bienes de capital y la renovación tecnológica", dijo a Sputnik Luis, dueño y director de una empresa dedicada a la fabricación de maquinaria, con 25 empleados, ubicada en el barrio porteño de Pompeya.
Luis, veterano en el rubro industrial, aseguró que esta tendencia no es algo nuevo sino que se trata de una ausencia de políticas de desarrollo industrial consistentes, un desinterés de parte del Estado argentino que se remonta a mediados de la década del 70, que continuó durante los 90 y se ha instalado en el país los últimos 10 años, desde la crisis mundial de 2008.
"Estamos en un laberinto, en un callejón sin salida. La presión impositiva sobre las pymes es brutal, la rigidez del esquema laboral en los costos sobre la empresa también es terrible, y si uno lo compara con otros países de la región se da cuenta de por qué las inversiones se van para otro lado y no vienen a Argentina. Hacen falta decisiones políticas que premien la producción", dijo el industrial.