"También tenemos algunas cosas que proporcionar a esa investigación que probarán que la información que se nos proporciona sobre ese tema es, la mayoría de las veces, inexacta o falsa", indicó Nebenzia.
El 1 de agosto, el secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que la Junta de Investigación de la Sede interna investigaría una serie de incidentes en los que instalaciones apoyadas por la organización en una docena de lugares en el noroeste de Siria han sido destruidas o dañadas en ataques aéreos desde finales de abril.
El 31 de agosto a las 12.00 GMT dos aviones de la Fuerza Aérea de EEUU realizaron un ataque a un área entre las localidades de Maarrat Misrin y Kafr Haya, unas nueve horas después de que el Ejército de Siria declarara un alto el fuego unilateral en toda la zona de distensión de Idlib.
Según Washington, el bombardeo apuntaba contra un centro de mando de Al Qaeda (grupo terrorista proscrito en Rusia y otros países) que representaba una amenaza para la seguridad de ciudadanos estadounidenses. El Ejército de Siria, a pesar de que el ataque estadounidense provocó fuego por parte de grupos armados, afirmó que mantiene la moratoria sobre las hostilidades en aras de una pronta normalización de la situación en Idlib.
Consultas sobre Siria
Además, el diplomático ruso comunicó que el Consejo de Seguridad de la ONU llevará a cabo el 4 de septiembre consultas sobre armas químicas en Siria.
"Por la tarde, tendremos consultas sobre armas químicas sirias con el Alto Representante para Asuntos de Desarme, Izumi Nakamitsu", dijo Nebenzia a los periodistas.
Nebenzia también dijo que el enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, fue invitado a participar en la reunión del Consejo de Seguridad prevista para el 19 de septiembre sobre la situación humanitaria en ese país de Oriente Medio.
Siria vive desde marzo de 2011 un conflicto en el que las fuerzas gubernamentales se enfrentan a grupos armados de la oposición y a organizaciones terroristas.
La solución del conflicto se busca en dos plataformas, la de Ginebra, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, y la de Astaná (en la capital kazaja, que a finales de marzo pasó a llamarse Nur-Sultán), copatrocinada por Rusia, Turquía e Irán.
