Bajó el telón de la última edición de G7 en la francesa Biarritz, y el comunicado final lo único que intentó fue barnizar las inocultables e indisolubles diferencias —pour la galerie de algunos— que existen entre sus miembros.
El G7 es arcaico
"Es un poco arcaica porque el mundo ha cambiado. Primero, porque hay otros países que tienen también un rol preponderante. Estamos hablando de que estos siete países quieren seguir dictando las reglas de cómo se organiza el comercio, la economía, y sobre todo, cómo van a organizar a los países pobres: las recetas que siempre han fracasado y que deberían seguir en el mundo subdesarrollado".
Poder de síntesis
El poder de síntesis y la afición por los telegramas favorecieron la breve extensión de las conclusiones del G7, cuyos principales puntos entran en un puño. Respecto al comercio, anunciaron que el club está comprometido con un comercio mundial abierto y justo, y con la estabilidad de la economía mundial. Sobre Irán, redactaron: "Compartimos plenamente dos objetivos: garantizar que Irán nunca pueda adquirir armas nucleares; y promover la paz y la estabilidad en la región".
De pasada aludieron a Ucrania, sobre la cual manifestaron que "Francia y Alemania celebrarán una cumbre en formato Normandía en las próximas semanas para lograr resultados concretos". Sobre Libia, "Apoyamos una tregua en Libia que pueda conducir a un alto el fuego duradero". Y en estas notas sueltas hicieron un hueco para meterse con China: "El G7 reafirma la existencia y la importancia de la Declaración sino-británica de Hong Kong de 1984 y pide que se evite la violencia".
"Si quieren hablar con todos los países que tienen en este momento un impacto de lo que pasa en el mundo, habría que partir de empezar a invitar a Rusia, China, La India, por ejemplo, para poder empezar a hacer algo que incluya a más voces", concluye el analista.
¿La verdadera conclusión?
Tan en puntas de pie pasaron todos por el comunicado final de la cumbre, que intentaron que no se notaran las grandes diferencias, y sobre todo, que el G7 sigue de resaca.
"Al final [la cumbre del G7 en Biarritz] quedó como una cuestión muy mediática que fue simplemente como un club de amigos que se sacan la foto, obviamente lleno de buenas intenciones, desde el Amazonas hasta una serie de cosas, pero que no va a quedar en lo concreto más allá de algunas declaraciones", sentencia Rolando Dromundo.