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"Una erupción de pesadilla": el volcán latinoamericano que cambió el futuro del mundo

© AP Photo / Luis RomeroEl lago Ilopango, en El Salvador
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La erupción en el siglo VI del volcán Ilopango, en El Salvador, provocó un cataclismo de dimensiones catastróficas que cambió el destino de los indígenas y del mundo. Los hielos de Groenlandia y de la Antártida contienen las huellas de la erupción, según se asegura en un estudio publicado en la revista Quaternary Science Reviews.

El volcán está inactivo actualmente, pero los investigadores estiman que en el siglo VI Ilopango expulsó el equivalente a 437 kilómetros cúbicos de roca densa, lo que convierte su erupción en una de las más grandes de los últimos 7.000 años. La erupción fue tan masiva que modificó los asentamientos mayas de tal manera que redibujó su futuro. "Esta es la erupción más grande de América Central que los seres humanos han logrado presenciar nunca", dice el autor principal del estudio y geólogo de la Universidad Luterana de California, Robert Dull.

El estudio finalmente revela uno de los misterios de la historia del mundo: el origen de la neblina negra que tapó el Sol y sembró la muerte hacia el año 536 d.C. Hasta ahora, los investigadores pensaban que la nube eran los restos de un asteroide o de un cometa, y no la consecuencia de una erupción volcánica. Pero los nuevos datos revelan que el episodio fue de naturaleza volcánica y que en él estuvieron implicados dos volcanes.

Los núcleos de hielo de Groenlandia y de la Antártida muestran que se dieron picos de sulfato —un subproducto de grandes erupciones volcánicas— hacia los años 536 y 539 o 540. Los geólogos suponían hasta ahora que la erupción de 536 provenía de un volcán de gran latitud — lo más seguro, uno en Islandia o  en Alaska— y que la erupción del año 539 o 540 —se barajaban ambas fechas— tuvo lugar en los trópicos. Pero las identidades de los volcanes eran todo un misterio. Determinar exactamente sus identidades es un reto y para resolverlo es necesario buscar las huellas del volcán en la vegetación de aquel entonces.

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El equipo de Dull supo de la existencia de una cantera a unos 16 km de Ilopango donde los trabajadores que excavaban en ella decían haber encontrado árboles dentro de la región de Tierra Blanca Joven, la formación rocosa que originó la erupción del volcán. En el momento de la erupción, la ceniza había sepultado los arboles.

Debido a que los árboles estaban tan bien conservados, Dull y su equipo pudieron averiguar la edad que tenían cuando la erupción de Ilopango los mató. Los nuevos datos apuntan a que los árboles murieron en la primera mitad del siglo VI, muy probablemente entre los años 530 y 540.

Sin embargo, solo una erupción en los datos de los núcleos de hielo de Groenlandia y de la Antártida coincide con el momento, con la magnitud y con el efecto en el clima a nivel mundial: la que se produjo en 539 o 540.

CC BY-SA 4.0 / JMRAFFi / Vistas del lago Ilopango, de origen volcánico
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Más allá de las consecuencias climatológicas, la erupción de Ilopango probablemente fue visto por las gentes de aquel entonces como un evento apocalíptico. El equipo de Dull calcula que entre 40.000 y 80.000 personas murieron por la propia erupción, asfixiadas por el gas y por las rocas que el Ilopago escupía.

Para las poblaciones de la periferia, la erupción del Ilopango también debió de ser una pesadilla. Probablemente la ceniza borró el Sol del cielo y convirtió el día en la noche. Sus casas probablemente quedaron destruidas y posiblemente sufrieron escasez de alimentos y de agua, con campos de cultivo cubiertos de ceniza. Los investigadores calculan que entre 100.000 y 400.000 personas se vieron afectadas. Quienes no murieron de hambre o de enfermedad se vieron obligados a huir hacia los centros mayas menos afectados, al norte de la actual Guatemala

"Se trata de una erupción de pesadilla", dice Janine Krippner, una vulcanóloga citada por The National Geographic que no participó en el estudio. "Incluso con la ciencia y con el conocimiento que tenemos hoy este sería un evento verdaderamente aterrador. Me puedo imaginar lo que la gente de aquel entonces pensó que estaba ocurriendo".

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