"Debemos asegurarnos de que, según sea necesario, tengamos el potencial de disuadir el mal comportamiento de China, de modo que tengamos la oportunidad de atacarlo desde un rango medio", dijo Esper preguntado si la reciente prueba fue una señal para Rusia o para China.
"China es la prioridad número uno para nuestro departamento... Creo que a largo plazo, China es un desafío mayor (que Rusia), teniendo en cuenta su poderío económico, peso político y las ambiciones", afirmó el ministro.
El 18 de agosto, el Departamento de Defensa de EEUU realizó un lanzamiento de prueba de un misil de crucero de emplazamiento terrestre, hasta hace poco sujeto a las restricciones del Tratado INF.
El misil, dotado de una ojiva convencional, voló más de 500 kilómetros y dio en el objetivo.
El 2 de agosto, Washington rompió definitivamente el Tratado INF que prohibía el despliegue de misiles de crucero con alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros.
El acuerdo, considerado piedra angular de la seguridad en Europa, había sido firmado en 1987 y no tenía fecha de caducidad.
Rusia anunció la suspensión de su compromiso con el Tratado INF, pero al mismo tiempo declaró que Moscú no desea implicarse en una carrera armamentista, mantiene sus propuestas de desarme y esperará a que EEUU esté dispuesto a entablar conversaciones al respecto.
A principios de febrero pasado, el Ministerio ruso de Defensa publicó imágenes satelitales de una planta de la compañía estadounidense Raytheon, en Arizona, en la que desde hace dos años se llevan a cabo los trabajos para fabricar misiles de medio alcance proscritos por el Tratado INF.
El ministerio ruso desveló también que ya en noviembre de 2017 el Congreso de EEUU asignó al Pentágono el primer monto de 58 millones de dólares para el desarrollo de un misil prohibido.