"El mercado ruso demostró su resistencia en el momento del anuncio de las nuevas sanciones pese a la incertidumbre inicial respecto a sus parámetros", dice el documento.
El informe analítico constata que del 1 de julio al 6 de agosto de 2019 la parte de los extranjeros en el mercado de los bonos de préstamos federales (OFZ, por sus siglas en ruso) se redujo hasta el 29,2%.
Esto, según el Banco Central, se debió en mayor parte a "un aumento no recurrente del volumen de los OFZ colocados" sin apoyo del Vnesheconombank.
"Mientras las ventas netas de las OFZ por los extranjeros acumularon 19.000 millones de rublos (290 millones de dólares), lo que es una reacción moderada ante la situación ocurrida", subraya el estudio.
El 3 de agosto pasado el ministro ruso de Finanzas, Antón Siluánov, también destacó que la economía rusa en los últimos años ha demostrado su resistencia ante las restricciones externas.
El Departamento de Estado de EEUU anunció oficialmente el 2 de agosto nuevas sanciones a Rusia por el supuesto envenenamiento del exagente de inteligencia Serguéi Skripal el año pasado en el Reino Unido.
EEUU amenazó además con vetar para Rusia los materiales de origen estadounidense que son de importancia estratégica para el programa ruso de armas químicas y biológicas.
Serguéi Skripal, exoficial de la inteligencia militar rusa reclutado en los años 90 por el servicio secreto británico MI6 y naturalizado en el Reino Unido, y su hija Yulia, fueron hallados inconscientes a principios de marzo pasado cerca de un centro comercial en la ciudad británica de Salisbury, como resultado de lo que Londres llegó a calificar como intento de envenenamiento con una sustancia neuroparalizante.
Después de recibir el alta médica, los dos fueron trasladados a un lugar secreto.
Según la policía británica, la substancia utilizada para envenenar a los Skripal provocó la intoxicación accidental de dos personas más en Amesbury, una de las cuales falleció.
Nada más abierta la investigación, Londres responsabilizó a Moscú de estar detrás del envenenamiento y catalogó el arma como neuroparalizante de la clase Novichok, supuestamente desarrollada por químicos rusos.
Moscú rechaza de plano las acusaciones de Londres, que considera infundadas, y envió decenas notas diplomáticas al Foreign Office reclamando acceso a las pruebas para poder colaborar con la investigación, así como a los Skripal que son ciudadanos de Rusia.
Después del incidente en Salisbury, los dos Estados redujeron en grado considerable sus contactos diplomáticos.