La construcción en la parte noroccidental de la fortaleza de Narín-Kalá, en Derbent, data aproximadamente del año 300 después de Cristo. El recinto, de 12 metros de superficie, está enterrado casi por completo. Sobresale únicamente un fragmento de la cúpula semidestruida.
"Las excavaciones del templo, que durante dos siglos fue usado para almacenar agua, podrían destruir esta construcción, que forma parte del patrimonio cultural de la Unesco. Por eso, para examinarlo, los científicos usaron la técnica de la radiografía por muones, colocando los detectores que contienen emulsión nuclear dentro del edificio, enterrado a 10 metros de profundidad. Los estudios se realizaron entre mayo y septiembre de 2018 y los primeros datos obtenidos confirmaron la eficacia de la técnica para examinar esta construcción específica", informa el comunicado.
Según los investigadores, varias fuentes históricas mencionan la construcción como un almacén subterráneo de agua, función que cumplía en los siglos XVII y XVIII. Pero el experimento pone en tela de juicio esta hipótesis. Las razones para interpretar el edificio como una construcción de culto son su forma en cruz y orientación según los puntos cardinales, características para las tempranas iglesias y templos de fuego.
"Resulta extraño interpretar este edificio como una cisterna de agua. En la fortaleza de Narín-Kalá hay otra construcción subterránea a 10 metros de profundidad, y ésta realmente es una cisterna de forma rectangular. Sin embargo, el edificio examinado con detectores tiene forma de cruz y está orientado según los puntos cardinales", explica la directora del equipo investigador, la experta de la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología de Moscú (MISIS) Natalia Polúguina.
"Uno de los muros es dos metros más largo que el resto. Los arqueólogos, que en su momento empezaron las excavaciones, afirman que durante su edificación la construcción se encontraba sobre la superficie de la Tierra y en el punto más alto de Narín-Kalá. ¿Colocar una cisterna en lo alto? Es extraño. En todo caso, de momento hay más preguntas que respuestas", aseguró.
En la MISIS, bajo la dirección de Natalia Polúguina, se habían desarrollado los detectores de trazas que permiten no solo ver los muones, sino también determinar con alta precisión la dirección de su movimiento. Descifrando los datos de los detectores se puede crear una imagen tridimensional de diferentes objetos: desde los huecos de tres metros en el suelo hasta las cuevas dentro de la montaña.
Los científicos de la MISIS realizaron la investigación en la fortaleza de Narín-Kalá conjuntamente con el Instituto de Física de la Academia Rusa de Ciencias, el Centro de Investigaciones de Física Nuclear Skobéltzin, la Universidad Estatal de Moscú Lomonósov y la Universidad Estatal de Daguestán.
