Esta semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó en siete décimas su pronóstico de crecimiento para la economía mexicana en 2019, de una previsión anterior de 1,6%, a solo 0,9%.
Es la quinta reducción consecutiva desde que comenzó en 3% dos meses antes del triunfo de López Obrador en 2018.
El mayor de los ferrocarriles es el Tren Maya de 1.500 kilómetros, que unirá sitios arqueológicos y turísticos del Caribe en la península de Yucatán (sudeste).
El segundo es el corredor interoceánico del istmo de Tehuantepec, de 300 kilómetros, en la franja más angosta del país para unir el puerto de Salina Cruz en el estado de Oaxaca (sur), donde se modernizará una refinería, con el puerto petrolero de Coatzacoalcos, en Veracruz.
El economista Martínez señaló que las tres megaconstrucciones están enclavadas en la zona más rezagada del país, el sur y el sureste.
"Las obras estimularán la actividad económica en regiones que nunca han sido favorecidas por el desarrollo, mientras que la derrama de inversiones en la industria de la construcción en el norte del país ya está en declive", comparó.
Durante 25 años esa región más próxima a la locomotora económica de EEUU propulsó el crecimiento mexicano, acaparando más 80% de su comercio exterior.
La segunda economía latinoamericana fue impulsada por la industria manufacturera, como la poderosa industria automotriz, que domina la cuarta parte de las ventas nacionales al extranjero.
Otra "inversión pública detonante" estaría en una nueva empresa de telecomunicaciones para ofrecer cobertura de telefonía y conectividad de internet a zonas remotas, montada sobre la infraestructura de transmisión eléctrica federal.
No es casual que López Obrador conversara, a mediados de junio por videoconferencia con Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y accionista de WhatsApp, para pedirle que acompañara el proyecto de conectividad.
El multimillonario anunciaba al mismo tiempo su propia moneda electrónica, la "Libra".
Martínez observó que incluso el poderoso gestor de inversiones estadounidense BlackRock "está orientando sus recomendaciones de inversión a las principales constructoras mundiales hacia el sur y sureste de México".
Algunas de ellas son la llamada "austeridad republicana", el combate a la corrupción en grandes adquisiciones, como la compra de fármacos del sector público de salud, la demora en los megaproyectos, a las que suma el nuevo aeropuerto en la principal base militar del país de Santa Lucía, al noroeste de la capital.
La contención del gasto público se puede medir.
Para el período enero-mayo del año fiscal 2019 estaban presupuestados unos 90.000 millones de dólares, de los cuales faltan por ejecutar unos 42.000 millones de dólares.
"El subejercicio del gasto público presupuestado es un faltante que no solo inhibe el gasto, sino también el consumo", apuntó el experto.
Batalla contra el pesimismo
El más pesimista de los actores en los mercados es el banco estadounidense Citibanamex, que derribó esta semana su previsión de crecimiento casi a nivel de estancamiento, con 0,2%.
Las exportaciones representan poco más de 30%; la inversión pública y privada, alrededor de 27% (un 20% de ella es inversión gubernamental); el gasto del presupuesto federal, 23% y el gasto privado, 11%, y el consumo, un 8,5%.
La aprobación del Tratado de México con EEUU y Canadá (T-MEC) que se espera entre septiembre y octubre "provocaría mayor certidumbre en la política de libre comercio de México", indicó.
Esa es la explicación de que el FMI haya mantenido sin cambio su proyección de crecimiento de 1,9% del PIB para el año próximo, según Martínez.
El experto, que pertenece a la generación de economistas del Colegio de México que integran el equipo del Gobierno, estima que el enfoque de la estrategia que el presidente llama "economía moral", está centrado en la gobernabilidad democrática y el combate a la corrupción y "podría llamarse neokeynesiano desarrollista".
Luego de 36 años de "capitalismo salvaje", ningún país opera bajo este modelo hasta la fecha, según Martínez.
Ese enfoque, con finanzas públicas sanas, busca salir del esquema anterior de la globalización.
La apuesta es a "transitar hacia un capitalismo sostenible, hacia la gobernanza que requiere reorientar el modelo de desarrollo, por eso la molestia en el norte desarrollado del país", que resiente el giro hacia el sur, comentó.
Siller explicó que el gasto de Gobierno representa aproximadamente el 20% del PIB de México, por lo que "el subejercicio del gasto por sí solo no representa la mayor fuente de la desaceleración económica".
Sin embargo, el elevado monto del gasto público "sí brinda espacio para que el Gobierno pueda moverse y pueda propiciar un mejoramiento en las expectativas", comentó.
Sus recomendaciones a las autoridades federales para reactivar la inversión privada son cuatro.
En segundo lugar, comenzar la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, "junto con inversión que disminuya el tiempo de traslado entre los aeropuertos o dar marcha atrás a la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México".
En tercer lugar, "evitar pronunciamientos que provoquen miedo y desconfianza", y, finalmente "realizar una reforma fiscal para incentivar la inversión", indicó Siller.
López Obrador dijo esta semana que el FMI "ya no dictará la política económica" de este país y que a fin de año presentará su nuevo libro titulado, precisamente, "La economía moral".