Con anterioridad Londres señaló que los desórdenes que estallaron el 21 de julio en Hong Kong son inadmisibles e instó a las autoridades locales a efectuar una investigación independiente, asimismo Washington declaró que le preocupa cómo se garantizan la libertad de expresión y de reuniones en Hong Kong.
"Tenemos una posición muy clara sobre este tema, rechazamos todos intentos de interferir en los asuntos internos de Hong Kong", dijo Hua.
Agregó que China confía en que los Estados "cierren la boca lo antes posible" y pongan fin a su interferencia.
Los manifestantes abandonaron la ruta acordada con las autoridades y bloquearon las arterias principales de la ciudad.
Durante la protesta, algunos manifestantes arrojaron pintura al emblema nacional en la puerta de la oficina de enlace del Gobierno chino, pintaron insultos sobre el muro exterior del edificio e intentaron irrumpir en el mismo.
La policía respondió con gases lacrimógenos y balas de goma.
Como resultado del enfrentamientos 45 personas sufrieron heridas.
