Las revoluciones de colores orquestadas por Occidente empiezan con la creación de redes que recogen información sobre conflictos explícitos y latentes, problemas económicos y sociales acuciantes, guerras de clanes, etcétera, y son utilizadas después para influir en la situación y poner en marcha procesos destructivos en un país determinado, señaló Narishkin al intervenir este 18 de junio en un foro internacional de altos cargos de seguridad que se desarrolla en la ciudad rusa de Ufá.
"Cualquier cosa puede ser el detonante: la disolución de manifestantes pacíficos como en Libia o Siria, la muerte de un simple ciudadano como en Grecia o Túnez, el fraude electoral como en Georgia o Ucrania", apuntó el titular del SVR.
"La implementación más visible de este escenario ahora es Venezuela", subrayó Narishkin.
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Para el jefe de la inteligencia rusa, se trata de elaborar un algoritmo universal de continuas operaciones de influencia encubierta a escala global, una labor subversiva que no hace distinción entre amigos y enemigos y que no cesa nunca, ya sea en tiempos de paz, crisis o guerra.
"Cabe compararla a la actividad de un virus que puede destruir el organismo humano sin manifestarse durante décadas y, una vez descubierto, ya es imbatible muchas veces", concluyó.