En comparación con marzo, la deuda creció en 14.800 millones de euros, ante todo a causa de un aumento de los gastos administrativos, que crecieron en 13.900 millones de euros.
"Todo eso ocurre en medio de una disminución en el PIB, cuando los índices económicos de diversos sectores, desde el comercio a la industria, registran una tendencia negativa", destaca un informe de Codacons.
Días antes, el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, aseguró que Roma planea acordar con sus colegas europeos un plan que permita la reducción de esa deuda.
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Al mismo tiempo, el vicepresidente de la Comisión para el Euro, Valdis Dombrovskis, declaró que Italia es la economía más lenta de la UE en cuanto a crecimiento económico.
Sin embargo, Bruselas teme que la política económica de Roma pueda llevar a un aumento del endeudamiento.
A mediados de noviembre pasado, el Gobierno italiano se negó a poner sus cuentas en pleno acuerdo con las normas comunitarias, tal y como había pedido Bruselas.
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Según el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, los Estados miembros de la UE no deben tener un déficit público que supere el 3% del PIB ni una deuda pública superior al 60% del PIB.
El 5 de junio, la Comisión Europea propuso a los Estados miembros abrir el procedimiento de déficit excesivo contra Italia, que no redujo su deuda pública.
El presupuesto italiano para 2019 prevé un objetivo de déficit de 2,4%, seis décimas por debajo del límite máximo establecido por la UE.
La deuda pública de Italia ascendió al 132,1% del PIB en 2018 y, según las previsiones de la Comisión Europea, crecerá hasta el 133,7% este año.