Mejor servido no pudo dejar el mandatario polaco a su homólogo estadounidense. Como queriendo formar parte integral de la historia grande de EEUU. Entonces se entendió el tono pipón de Trump al hacer los anuncios de los jugosos acuerdos que no tuvo necesidad de arrancarle a Duda, ya que de sus palabras se desprende que fueron todos ofrecimientos de un compromiso desinteresado.
El analista internacional Carlos Martínez entiende que "Polonia se ha entregado en manos de una persona como Donald Trump y eso realmente lo que hace es subir la tensión en Europa".
"Hay que recordar que Polonia está dirigida por un Gobierno de ultraderecha, de los más ultraderechistas de Europa. Un país donde en los grandes medios de comunicación nunca se habla de la xenofobia, del racismo, de la homofobia que prevalece hoy en la sociedad polaca. Pero, como parece que Polonia va a ser la punta de lanza de la OTAN y del gobierno norteamericano contra Rusia, se les deja hacer y no se les critica cuando a otros países se les mira con lupa", explica el experto.
Un propuesta a la que Trump saludó prometiendo abastecerla sin falta con 1.000 soldados estadounidenses que serán trasladados oportunamente hacia allí desde una Alemania que últimamente no está haciendo bien los deberes respecto a los intereses de EEUU, a entender de Trump.
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En este sentido, Carlos Martínez incide en que "en ocasiones hay gobiernos que en lugar de favorecer los intereses más básicos de sus ciudadanos, favorecen intereses geopolíticos, los intereses de empresas de otros países, o intereses incluso de un provocador como es Donald Trump".
"Polonia, todos sabemos que en el marco de la Unión Europea no es un país precisamente rico. Es un país que el resto de países de Occidente tiene que asumir su emigración. […]Pues este país va a construir una base al país más rico y más poderoso del mundo y va a asumir el coste. Y más sorprendente todavía, va a comprar gas mucho más caro a EEUU en lugar de proveerse del gas ruso, que por cierto, nunca ha tenido el mínimo problema con Rusia por suministro. Porque estas relaciones, son relaciones comerciales, tienen un precio de mercado y no tienen ninguna implicación de comprar gas, como comprar cualquier otro servicio", subraya el analista.
Pero no sólo Alemania le salió rana a EEUU. También Turquía. Tras una andanada de amenazas de Washington a Ankara por la compra de sistemas de defensa rusos S-400, el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, disparó a discreción en una reunión con editores de la agencia Anadolu: "Independientemente de las consecuencias para Ankara, la compra de sistemas de defensa no es negociable. Estamos dispuestos a pagar cualquier precio".
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Y es que Washington amenazó a Ankara con imponer sanciones por la compra de los S-400 y suspender la entrega de cazas estadounidenses F-35. Asimismo, el pasado 7 de junio la revista Foreign Policy publicó que en un intento de presionar aun más a Ankara, el secretario de Defensa interino de EEUU, Patrick Shanahan, envió una carta al ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, en la que le pide que todos los turcos que se entrenan actualmente para pilotear los F-35 en EEUU abandonen este país antes del 31 de julio.
"Hay que recordar que en Turquía [el presidente Recep Tayyip] Erdogan sufrió un intento del golpe de Estado que todos suponemos, y Erdogan el primero, que tenía el apoyo de EEUU, y a eso Erdogan no lo ha perdonado. Con lo cual por una parte Turquía sigue siendo miembro de la OTAN, pero a raíz del intento de golpe de Estado poco a poco ha ido rompiendo vínculos en varias materias como la militar, sobre todo con la OTAN y especialmente con EEUU. […] Y Rusia le demostró que era un socio más fiable en varios aspectos: económico, geopolítico, incluso en la cuestión siria", concluye Carlos Martínez.