Antes de la temporada 2018/19, Tsúrskaya dejó el grupo de la famosa entrenadora rusa Eteri Tutberidze, cansada de la lucha constante en el grupo sin perspectiva de alcanzar el mismo alto nivel.
Tsúrskaya ni siquiera siente ganas de participar en 'shows' sobre hielo donde podría aplicar sus habilidades de patinaje y ganar dinero. En vez de eso, eligió estudiar Economía Internacional en la universidad.
Confesó que siempre había estado interesada en las clases de la escuela, y que ya había pensado en dejar el deporte a la edad de 11 años, pero sus padres no querían ni escucharlo.
"Mi madre y padre no aceptan mi decisión. Realmente no entienden cómo es posible renunciar voluntariamente a todo lo que llenó mi vida durante muchos años", dice la joven.
En la temporada 2015/16, Tsúrskaya ganó el gran premio de juniors, así como los Juegos Olímpicos y el Campeonato de Rusia para juniores superando a Zaguítova, Samodúrova y Konstantínova.
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En el campeonato de juniors de Rusia 2016/17 Tsúrskaya quedó de tercera, siendo superada Zaguítova y Konstantínova, y en el campeonato mundial solo ocupó el décimo lugar. Un año antes, tuvo que abandonar un campeonato debido a un trauma sufrido justo antes del programa corto, al entrenarse. Las lesiones poco a poco empezaron a arruinar la prometedora carrera de la patinadora.
"La naturaleza le regaló dos cualidades mutuamente excluyentes que lograba combinar en el hielo: el poderío deportivo y la estética del ballet. No sé cómo, pero me mostró cómo el poder varonil se combina con el refinamiento femenino", comenta el columnista de Sputnik y experto en el patinaje artístico Anatoli Samojválov.