La investigación, publicada en el European Journal of Epidemiology, se realizó con más de 2.200 parejas madre e hijo en las ciudades de Asturias, Guipúzcoa, Sabadell y Valencia, como parte del Proyecto INMA.
A las madres se las comenzó a seguir en su primera ecografía, luego en el tercer trimestre de embarazo, durante el parto, a los seis meses de vida del bebé, al año, y finalmente a los cinco y siete años.
“Lo que hicimos en el estudio fue administrar un cuestionario de frecuencia alimentaria general, en el cual una de las preguntas estaba relacionada con la ingesta de frutos secos crudos”, explicó Jordi Júlvez, investigador científico del Instituto de Salud Global de Barcelona.
El investigador español remarcó que hacen falta más estudios que repliquen los resultados obtenidos para incluirlo como recomendación en las guías nutricionales. También resaltó las implicaciones que tendría para la sociedad contar con niños y adultos que tuvieran tres puntos más en su coeficiente intelectual gracias a la ingesta de este alimento.
“Esto significaría que habría una reducción del 50% de casos de niños con problemas escolares o de aprendizaje, y también aumentarían un 50% los chicos superdotados”, agregó Julvez.