No son pocos los cambios producidos en el Instituto Cervantes de Moscú en los cuatro años que Abel Murcia Sorriano lo encabeza.
Sin embargo, asegura que todo es fruto del trabajo en equipo, que "va aprendiendo de su propia historia", y él mismo forma parte del proceso de desarrollo de la organización, así que ve injusto "apropiarse" de estos logros e insiste que solo "ha asistido" a algunas de estas transformaciones.
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"Son los equipos que hacen los cambios, y los hacen suyos", subraya Abel.
Asumió este cargo en 2014 pero su relación con Rusia ya había empezado hace mucho tiempo: una parte de su carrera la hizo en Moscú cuando llegó en 1983 para estudiar el idioma ruso.
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Después, volvió a la capital rusa en 2002, ya como integrante del Instituto Cervantes, para ayudar con la organización de la sede del Instituto aquí.
Asimismo, Abel Murcia cuenta con tres visiones distintas de la ciudad: de cuando vino a estudiar en la década de los 80, de cuando vino a ayudar a crear el Instituto, y la última y actual.
"Nosotros tampoco somos esa misma persona. En 2019 este Moscú no sé si defiere mucho de aquel, a mi edad… porque nunco estuve a la edad que tengo ahora", remarca Abel.
En pocos meses, ya dejará Rusia para ir a la capital polaca Varsovia, donde anteriormente trabajó como profesor, y fue jefe de estudios del Instituto Cervantes y también director.
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Pero podemos esperar que sus vivencias en Rusia de una manera u otra se reflejarán en su vida y también en su poesía, ya que, según Abel, "todo lo que uno vive, todo lo que uno ve, todo es susceptible de transformarse en materia poética".