El primero en hacerlo fue Nuestra Casa, de Avigdor Lieberman, que contará con cinco escaños decisivos en la legislatura que viene, cuyos portavoces dijeron a la radio estatal Kan que tienen tres exigencias básicas y otras que precisarán en los próximos días.
La segunda demanda es que el Estado obligue a los jóvenes judíos ultraortodoxos a que se enrolen en el Ejército. Hasta ahora solamente un pequeño grupo de ultraortodoxos cumplen el servicio militar voluntariamente mientras que el resto está exento.
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Los dos partidos ultraortodoxos se oponen frontalmente a esa demanda y cuentan con 16 escaños en la Knéset que son imprescindibles para formar una coalición de Gobierno, lo que creará un problema considerable a Benjamín Netanyahu.
La tercera demanda consiste en introducir en los presupuestos una partida específica para otorgar pensiones a los israelíes mayores. Esta demanda está dirigida especialmente a los inmigrantes de cierta edad procedentes de la antigua Unión Soviética y que constituyen el principal caladero de votos de Lieberman.
Otros partidos de la extrema derecha exigen carteras ministeriales concretas y de cierta importancia, lo que obligará a Netanyahu a maniobrar con mucho cuidado con esas formaciones.
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