"No pensamos vender los S-400 a terceros países, los hemos comprado para nuestras propias necesidades", dijo Cavusoglu en una rueda de prensa al término de las conversaciones que sostuvo con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov.
El canciller turco comentó que su país necesita sistemas antiaéreos y trató ese asunto con muchos países, pero algunos se negaron a vender ese tipo de armamento a Turquía.
"Entonces negociamos con Rusia y firmamos el respectivo acuerdo, que está en vigor, y ahora estamos acordando los plazos de los suministros", apuntó Cavusoglu.
Más: "Turquía no responderá a las amenazas de EEUU por la compra de sistemas rusos S-400"
En diciembre de 2017, Turquía y Rusia firmaron un acuerdo para la compraventa de los sistemas S-400 por valor de 2.500 millones de dólares.
El ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, declaró que Turquía comenzaría a desplegar los S-400 en octubre de 2019.
El sistema antiaéreo S-400 Triumf (SA-21 Growler en la clasificación de la OTAN) es capaz de abatir aparatos aéreos de tecnología furtiva, misiles de crucero, misiles balísticos tácticos y táctico-operativos.
Turk Stream
A su vez, Lavrov afirmó que la construcción del gasoducto Turk Stream y de la primera central nuclear de Akkuyu en Turquía avanza según lo previsto.
"Analizamos el avance de los principales proyectos de inversión, incluidos el Turk Stream y la construcción de la central nuclear por especialistas rusos en Akkuyu, ambos proyectos se realizan conforme a los plazos establecidos. Estoy seguro de que se entregarán a tiempo", dijo el ministro ruso.
La puesta en marcha del gasoducto se espera a finales de 2019.
La construcción de la planta nuclear de Akkuyu, con la participación de Rusia, comenzó en la provincia sureña turca de Mersin en abril de 2018.
Esta primera planta nuclear turca tendrá cuatro reactores de 1.200 megavatios cada uno, que producirán 35.000 millones de kilovatios/hora anuales.
También: Putin y Erdogan destacan el carácter prioritario de los proyectos de Akkuyu y el Turk Stream
El proyecto de Akkuyu es el primero del mundo que se prevé realizar según el modelo BOO, es decir, que tras construir la central, Rusia será su propietaria y podrá explotarla.
