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Partido en dos: las bombas de la OTAN le arrancaron las piernas, pero no la fuerza de espíritu

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Sputnik les cuenta la historia de Ratko Bulatovic, quien, durante los bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia, perdió las dos piernas pero mantuvo intacta la fuerza del espíritu.

Antes de que comenzara la agresión contra el país balcánico, Bulatovic trabajaba en el Ayuntamiento de Belgrado. Cuando comenzó la ofensiva, fue ascendido a la posición de subdirector del Cuartel Urbano de Protección Civil.

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Su misión era hacer que la vida de los habitantes de la capital serbia fuera tan normal como era posible con los bombardeos de la OTAN. Desde que comenzaron a caer las bombas el 24 de marzo, Bulatovic revisaba la ciudad de día y de noche.

Las patrullas nocturnas eran precisamente las más peligrosas, puesto que, en las horas oscuras, las bombas de la OTAN 'recolectaban las mayores cosechas de víctimas'.

En el transcurso de estas visitas, el funcionario habló con los ciudadanos en calles y búnkeres. Durante más de un mes animó y apoyó a los civiles atemorizados por todo lo que estaba ocurriendo.  

La noche más sangrienta de Belgrado

La noche del 29 al 30 de abril de 1999 fue una de las más duras para Belgrado: las bombas destruyeron el símbolo de la ciudad —la torre de televisión de Avala—, el edificio del Cuartel General en pleno centro urbano, así como la calle central de Kneza Milosa.

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Se lanzaron las bombas a pesar de que al lado del Cuartel General estaban los principales hospitales de Belgrado. Por su parte, la calle Kneza Milosa estaba rodeada de edificios residenciales.

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Al ser informado sobre el bombardeo que se llevó a cabo en pleno centro de Belgrado, Bulatovic se dirigió al lugar de la tragedia.

Al llegar vio a muchos heridos y varios muertos. Una escena horrible, según relata. "En un cruce, dos jóvenes esperaban en su BMW a que el semáforo se pusiera en verde. Murieron en el acto".

"Aquella noche también murió el policía Nesa Nikolic: su cabeza apareció a varios metros del cuerpo. Nunca podré olvidar lo que vi", cuenta Bulatovic.

Ni un minuto había pasado desde que el funcionario llegó al lugar de los hechos cuando sonó el aviso de un segundo bombardeo en el mismo sitio. No le dio tiempo a hacer nada: una potente explosión lo tiró al otro lado de la calle.

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Bulatovic entendió que estaba herido, pero la radio quedó destrozada y no pudo pedir ayuda. Perdió la conciencia y 20 minutos más tarde, los equipos de rescate lo encontraron. Pensaron que estaba muerto, pero se dieron cuenta de que seguía respirando, así que lo trasladaron de urgencia a un hospital.

Se despertó ya en el centro hospitalario, conectado a muchos aparatos con las manos atadas a la cama. Sus piernas le dolían mucho y su cuerpo estaba completamente cubierto por una sábana.

"Sentí que algo estaba mal. Intenté con todas mis fuerzas levantar la cabeza para inspeccionarme. Vi que no había nada debajo de la sábana. El médico de guardia no pudo decirme que había perdido las piernas. Fue por la noche cuando me enteré de que solo quedó la mitad de mí", relata Bulatovic.

Espíritu inquebrantable

Después de perder las dos piernas, Bulatovic pasó tan solo un mes en el hospital antes de que le dieran el alta. Rodeado de cuidado y amor en su casa, no tardó en caminar sobre sus primeras prótesis.

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Tan solo cinco meses más tarde anduvo sobre sus prótesis hasta un auto con controles manuales y acudió al trabajo. De hecho, los periodistas locales lo denominaron 'fenómeno médico'.

Bulatovic no logra encontrar las palabras para describir todo el dolor y sufrimiento por el que pasó junto a su familia, así como la alegría que le produjo volver a andar.

Las piernas que ya no están ahí le siguen doliendo y reaccionan a las condiciones climáticas. Tampoco han sido suficientes los 20 años que pasaron desde la tragedia para que pase el dolor psicológico, que no puede aliviarse con analgésicos.

"Los bombarderos de la OTAN repitieron el ataque unos siete u ocho minutos más tarde. Lo hicieron con premeditación. Para eliminarnos", explica. 

Para Bulatovic, la Alianza Atlántica es una organización criminal que derrama sangre inocente. "Volaron miles de kilómetros para bombardearnos, aunque estoy seguro que los pilotos ni sabían por qué lo hacían", cuenta Bulatovic.

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El hombre está convencido de que la tragedia que ocurrió en Serbia en 1999 no volverá a pasar, puesto que ahora el país está bajo la protección de potencias como Rusia, China y la India.

"Con nosotros está todo el mundo de pensamiento libre que no quiere guerras, no quiere agresión, no quiere invadir a los demás. Aquellos países que simplemente ansían vivir en paz en su hogar", concluye el hombre cuya vida cambió para siempre tras la agresión de la OTAN contra Yugoslavia.

"Está bien que haya sobrevivido. Incluso conmigo en este estado 'demediado' ellos pueden atragantarse", concluye Ratko Bulatovic.

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