Hipocresía es 'la' palabra que describe la actitud de EEUU, a la que portan casi como una cuestión genética. Así, el Nord Stream 2 volvió a ser una de esas manzanas de la discordia a la que Washington ataca a discreción. Y el fuego amigo impactó en sus socios europeos.
Y es que cuanto más avanza el proyecto del gasoducto, más fuerte parece la resistencia de sus 'enemigos'. El, argumento principal de Pompeo contra el Nord Stream 2, es que el gasoducto está minando la seguridad europea porque aumenta la dependencia del viejo continente del gas ruso.
Todo, pese a que Alemania se había comprometido a importar en los próximos años gas licuado de EEUU, al mismo tiempo de construir la infraestructura necesaria. Según Pompeo, el Nord Stream 2 sólo dará más poder y capacidad de influencia a Moscú sobre Europa. "Hay un aspecto comercial en este tipo de transacciones, pero hay también un enorme riesgo de seguridad", dijo el jefe de la diplomacia estadounidense.
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Mientras, y al revés de lo que dicen los adversarios del gasoducto, parece que precisamente ese aspecto comercial es la fuerza motora del proyecto. Es más, la dependencia del gas ruso con la que Washington trata de asustar a sus aliados europeos en realidad no sería tan notable como afirman, y además iría bajando con el desarrollo de tecnologías alternativas.
Pompeo se animó a ir más allá: como si le importaran los beneficios en la economía de Europa, y la viabilidad comercial del proyecto, declaró que el gasoducto "canaliza el dinero" hacia Rusia sin ofrecer beneficios reales a Europa. Un interés paradójico, y hasta con cierta hipocresía, cuando se trata de un proyecto comercial en el que participan varias empresas europeas que deben saber y haber calculado bien los beneficios antes de construir un gasoducto de 1.200 kilómetros de extensión.
Instalado en Budapest y en rueda de prensa junto a su colega húngaro, Peter Szijjarto, espetó: "No podemos permitir que Putin abra una brecha entre los amigos de la OTAN. Los húngaros saben muy bien por su historia que una Rusia autoritaria nunca será amiga de la libertad y de la soberanía de las naciones más pequeñas". Unas palabras que Szijjarto tildó de hipócrita debido a la intervención de Washington en los asuntos políticos de otras naciones.
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Por lo que publicaron medios europeos en ese contexto, cada vez más ciudadanos del viejo contiente se dan cuenta de que el esquema de la Guerra Fría ya no sirve porque el tablero geoestratégico actualmente se presenta mucho más variado.
En un artículo publicado por el diario El País de España, bajo el título "Las tensiones entre Rusia y Estados Unidos reavivan la carrera del rearme", se puede leer:
"El esquema de la Guerra Fría ya no sirve. El tablero geoestratégico es ahora mucho más variado —y peligroso— que durante los años de crisis entre el bloque occidental capitalista, liderado por EEUU, y el oriental comunista, por la Unión Soviética. En un tiempo de tensiones crecientes y una industria de defensa con arsenales modernos y dispositivos rápidos y variados hay múltiples agentes que compiten por bloques y unos con otros. Rusia y Estados Unidos; China; Israel; las nuevas potencias nucleares de India y Pakistán; Corea del Norte, equipada con armas nucleares y misiles de largo alcance.
Y son jugadores reales, lo que complica la tarea de mantener la estabilidad estratégica. 'Ahora existe un mayor riesgo de que se usen armas nucleares en un conflicto, algo que parecía casi impensable durante el apogeo de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia después de 1991', diagnostica para el Centro Carnegie de Moscú el general ruso retirado Vladímir Dvorkin, de la Academia Rusa de las Ciencias".
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Desde este enfoque, el discurso de Pompeo que intenta convencer evocando realidades de la Guerra Fría ya no convence a nadie en Europa, incluida la Europa del Este, que aunque mantiene frescos los recuerdos de la presencia militar soviética, ya se ha dado cuenta de que los imperativos ideológicos de Washington y Bruselas no les impiden tener contratos millonarios con Rusia. Un buen ejemplo en este sentido es el proyecto Nord Stream 2 que ha recibido tantas críticas desde Washington.
Y cada vez que Estados Unidos intente volver a usar la retórica de la Guerra Fría para cerrar filas contra "la amenaza rusa a las democracias europeas", no conseguirá más que perder partidarios y comprometer la seguridad estratégica europea. Porque como dijo la experta Alexandra Bell a El País, una vez logramos salvarnos del abismo nuclear, pero puede que no seamos tan afortunados la siguiente.