La felicidad comienza en el intestino

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Un equipo de investigadores de la Universidad de Leuven (Bélgica) ha revelado que ciertas bacterias presentes en el intestino tienen efectos positivos sobre el estado de ánimo de las personas y que una flora intestinal pobre produce depresión. El estudio ha sido publicado en la revista Nature Microbiology.

La relación entre la flora intestinal y el cerebro

El intestino está cubierto por una red de fibras nerviosas formadas por unos 100 millones de neuronas, conectadas a su vez al cerebro por el nervio vago —también conocido como nervio neumogástrico—, el más largo del cuerpo humano. Así que la flora intestinal puede tener un impacto importante en los procesos químicos que tienen lugar en el cerebro, según el estudio.

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¿Por qué? Porque las bacterias del intestino producen neurotransmisores a través de los cuales las células nerviosas transmiten impulsos entre sí. Y uno de esos transmisores es la serotonina, una potente reguladora de los estados de ánimo positivos y negativos. Durante años, se ha asociado la serotonina a los síntomas de la depresión, por ejemplo. Aproximadamente el 95% de este neurotransmisor se produce en el tracto gastrointestinal, por lo que las bacterias del intestino, literalmente, controlan el estado de ánimo.

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En los experimentos llevados a cabo en laboratorios, los científicos redujeron las bacterias intestinales en ratones y descubrieron que eso cambiaba el comportamiento de los roedores, que comenzaron a mostrar signos de estrés y ansiedad. Cuando se les suministraban bacterias 'útiles' en el intestino, la ansiedad disminuía notablemente. Las bifidobacterias y los lactobacilos fueron las que tuvieron un efecto más positivo sobre el estado de ánimo. El resultado era el mismo a la inversa: las personas que padecían de depresión presentaban niveles bajos de las bacterias 'coprococcus' y 'dialister'.

"En nuestro estudio, lo que hemos logrado es identificar diversos grupos de bacterias que van variando dependiendo de si la persona padece o no de depresión y también de la calidad de su salud mental", explica Jeroen Raes, uno de los autores de la investigación y docente del Centro de microbiología de la Universidad de Leuven.

Los experimentos se han llevado a cabo en animales desde 2015, pero no ha sido hasta ahora cuando se ha confirmado que los mismos resultados son extrapolables al ser humano. En uno de esos experimentos, los voluntarios comenzaron a mostrar menos signos de depresión y de ansiedad tras ingerir durante 30 días probióticos como el bífidus y los lactobacilos, presentes todos ellos, sobre todo, en los productos lácteos como los yogures y el kéfir, en la levadura de cerveza y en el chocolate.

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