"Soy bastante pesimista respecto a la capacidad de Brasil de lidiar con este tema; primero porque no tenemos antecedentes y segundo porque está quedando claro que nuestros órganos públicos tienen total incapacidad de prever este tipo de acciones", comentó Ferreira.
Con su afirmación Ferreira se refiere a la ola de violencia que desde el 1 de este mes vienen sucediendo en el estado brasileño de Ceará (noreste); 210 ataques en 46 municipios, desde autobuses incendiados a bombas contra viaductos y torres de energía.
Las autoridades detuvieron a casi 400 personas, pero no lograron combatir el origen de los ataques, que parten de órdenes de los cabecillas del narcotráfico presos en las cárceles de la región, con celulares a su disposición y bien articulados, comandan los actos violentos con mucha facilidad, desde dentro de sus celdas.
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Aunque legalmente no está claro si estas acciones entrarían en la definición de terrorismo, el presidente Jair Bolsonaro pidió que así fuera para poder aplicar penas más duras a los autores, Ferreira cree que es un ejemplo muy elocuente de la falta de inteligencia en las políticas públicas, que no detectaron que estas organizaciones criminales estaban planificando los ataques.
"Lo que vemos en Ceará es que hay individuos presos, bajo custodia del Estado, y el Estado no consigue entender cómo se organizan y planifican sus actos (…) de alguna manera el Estado no está preparado", comenta el especialista.
La experiencia brasileña en la organización de los fuertes esquemas de seguridad de las Olimpiadas y del Mundial de Fútbol de 2014 podría haber dejado algún legado en la prevención de atentados terroristas, pero Ferreira no está del todo convencido.
En su opinión, "hay lagunas preocupantes" en el trabajo de la policía y los equipos de inteligencia porque es diferente proteger un estadio o una estación de metro durante un tiempo determinado que rastrear la forma en que se organizan las células terroristas.
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En cualquier caso, en julio de 2016, poco antes de los Juegos Olímpicos de Río, la Policía Federal detuvo a 10 personas que planeaban atentar durante la competición deportiva, eran brasileños, jóvenes inexpertos que expresaban en Internet su simpatía por Daesh (autodenominado Estado Islámico, proscrito en Rusia y otros países).
Desde entonces, en Brasil apenas se hablado del riesgo de un atentado terrorista, aunque el temor resurgió recientemente, tras confirmarse la decisión de Bolsonaro de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, lo que ya está generando cierto malestar en los países árabes.
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Ferreira descarta que el traslado de la embajada de Tel-Aviv a Jerusalén sea un acicate decisivo para que se produzcan atentados terroristas en Brasil, pero advierte que es un riesgo que no se puede descartar al 100%.
El autor material del atentado en Colombia fue identificado como José Aldemar Rojas Rodríguez, alias El Mocho o Kiko, integrante de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) desde al menos 1994.
Según el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, el Ministerio Público atribuyó formalmente a los integrantes del Comando Central del ELN como los autores intelectuales del atentado.